En la edición anterior de La Mañana, con motivo del homenaje que la Cámara de Diputados rindió al centenario del Partido Comunista del Uruguay (PCU), hicimos una apretada síntesis de su historia donde concluíamos que muchas de las barbaridades que cometió el PC en el mundo, no llegaban, o por lo menos eran ocultadas a la militancia menuda local.
Recordar estos episodios, ha provocado una honda preocupación en ciertos grupúsculos, y más que a ellos a quienes los digitan desde la sombra, lo que ha motivado que la autodenominada Plenaria Memoria y Justicia organice una asonada frente al edificio de nuestra redacción. Por más que usurpan las banderas del movimiento Ácrata, usando para la convocatoria sus colores rojo y negro, pensamos que no es más que un camuflaje para ocultar sus verdaderas intenciones. Y el día elegido, viernes 13, es apropiado para este tipo de exabruptos que tiene como objetivo seguir ensanchando la brecha entre orientales, en un intento obsesivo para retrotraernos a épocas pasadas que ya nadie quiere volver a transitar.
Como el conocido refrán “Si no querés sopa, dos platos”, volvemos a evocar el ominoso episodio de las purgas de 1937 a través del relato que hace el prestigioso escritor e historiador británico Paul Johnson, en su obra Tiempos Modernos, que constituyó un Best Seller a fines del siglo pasado, donde analiza con lucidez el drama de ese siglo XX, “un despliegue de maldad insolente”, al decir de Discépolo.
Una de las tantas agachadas, sino la más repudiable, fue cuando uno de los principales dirigentes del PCU, José Lasarraga partió a España y se le pretendió fabricar un aura de voluntario combatiente en la Guerra Civil Española, donde en realidad solo permaneció en la retaguardia, revistando de séquito cortesano a los capitostes soviéticos. Allí además actuó de testigo y cómplice de todas las masacres que el Comitern consumó contra el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y los Anarquistas, donde miles de militantes de izquierda disidentes fueron asesinados y enterrados en fosas comunes. La Generalitat lleva identificadas 179 de esas fosas y 2.171 desaparecidos. La mayoría pertenecientes a los llamados “incontrolados” republicanos, que, bajo las siglas de un partido o sindicato, mataron a rivales entre julio de 1936 y mayo de 1937. ¡Claro, crímenes cometidos en la lucha contra el fascismo!
El crimen más repulsivo fue el del líder catalán Andreu Nin, torturado con refinada perversidad para arrancarle una confesión falsa, al mejor estilo staliniano. Al no poder obtenerla, Orlov ordena desollarlo vivo. Este relato espeluznante lo hace Jesús Hernández, quien fuera en esa época ministro del gobierno de Negrín, y años más tarde arrepentido, publica el libro “Yo fui ministro de Stalin”, donde su confesión de 1953 fue un anticipo de lo que se constató más tarde a la luz de la apertura de los archivos de la KGB.
“Es evidente que, si el ejército no hubiese protagonizado el putsch de julio de 1936, -se refiere Paul Johnson al alzamiento de Franco, en su documentada crónica de la contienda Española- más tarde o más temprano España habría tenido que soportar una igualmente cruenta guerra civil, librada entre sectores de la izquierda”.
El historiador británico analizó con objetividad rigurosa, las sangrientas Jornadas de Mayo del ´37, a las que Arthur Koestler calificó de “la guerra civil dentro de la guerra civil”.
“Estalló en Barcelona durante la primavera de 1937, y los comunistas lucharon contra el POUM y los Anarquistas. El pretexto inmediato, lo mismo que en el ámbito más amplio de la guerra civil (se refiere al asesinato de Calvo Sotelo), fue el asesinato político de un dirigente comunista, Roldán Cortada, llevado a cabo el 25 de abril de 1937, quizá por una “patrulla de control” anarquista, quizá por el agente de la Comintern Ernó Geró como acto de provocación”.
“Ambos bandos tenían ejércitos privados, fuerzas policiales secretas, pandillas de asesinos. El lema del POUM era: ‘¡Antes que renunciar a la revolución, moriremos en las barricadas!’. Los comunistas cantaban: ‘Antes de tomar Zaragoza necesitamos ocupar Barcelona’. Hubo disturbios y combates encarnizados en mayo, seguidos por la intervención de la marina y 4.000 guardias de asalto”.
“La negativa de Largo Caballero a disolver las milicias del POUM fue el pretexto inmediato de su derrocamiento. Apenas Negrín ocupó el cargo nominal de primer ministro, los comunistas se apoderaron del Ministerio del Interior y todos los puestos claves policiales y paramilitares, y se prepararon para un réglement des comptes”.
George Orwell y su valiente testimonio
“La policía de Madrid, controlada por el Partido Comunista, obligó (mediante tortura) a dos falangistas capturados a preparar un falso plan de levantamiento en Madrid por la tan pregonada “quinta columna” de Franco, y al dorso de este plan falsificaron una carta a Franco de Andrés Nin, el líder del POUM. Una gran cantidad de documentos falsificados que complicaban al POUM en una traición “fascista” fue depositada en una maleta abandonada en Gerona y después “descubierta” por la policía. El 14 de junio, Orlov, jefe de la NKVD española, probablemente actuando en cumplimiento de instrucciones directas de Stalin, ordenó el arresto de todos los líderes del POUM”.
“Se adoptó esa medida a pesar de las protestas de los miembros comunistas del gabinete (los no comunistas, y sobre todo Negrín, nunca fueron informados). El comandante de la 29 división del POUM fue llamado del frente para una “consulta” y arrestado también. Los detenidos fueron llevados directamente a centros de interrogatorios cuidadosamente preparados y a cámaras de tortura, la mayoría clandestinos, entre ellos el ex convento de Santa Úrsula en Barcelona, el llamado “Dachau de la España republicana”.
“Los esfuerzos del gabinete con el fin de obtener la liberación de Nin no fructificaron. Sin embargo, los planes de Stalin encaminados a convertirlo en el centro de un falso proceso español se vieron frustrados, pues Nin, el modelo de Goldstein, el héroe de la obra 1984, de Orwell, prefirió morir bajo la tortura antes que confesar. Durante el resto de 1937 y hasta bien entrado 1938, muchos miles de miembros del POUM y otros izquierdistas de distintas facciones fueron ejecutados o torturados hasta la muerte en las cárceles comunistas”.
“Entre ellos había muchos extranjeros, por ejemplo, Erwin Wolff, ex secretario de León Trotsky, el socialista austríaco Kurt Landau, el periodista británico “Bob” Smilie y José Robles, ex catedrático de la Universidad Johns Hopkins. Entre los que consiguieron escapar estaban Orwell y Willy Brandt, el futuro canciller alemán”.
“Robles fue ejecutado porque, en su carácter de intérprete del general Jan Antonovich Berzin, jefe de la misión militar rusa en España, sabía demasiado sobre el llamado de Berzin y su liquidación como parte de la purga militar practicada por Stalin. En 1937-1938 Stalin estaba liquidando a sus principales agentes en el mundo entero. Igual que en Rusia, prácticamente todos los que lo ayudaron a imponerse a la izquierda en España y después a aterrorizarla, a su vez fueron liquidados. El jefe del departamento extranjero de la NKVD fue acorralado en su propio despacho de París en febrero de 1938 y fue obligado a tomar cianuro. De los que organizaron los suministros de armas a España, Evhem Konovalek fue asesinado en Rotterdam en mayo de 1938; Rudolf Clement fue descubierto decapitado en el Sena, y Walter Krivitsky, jefe de la inteligencia militar soviética en Europa Occidental, fue perseguido tres años por los asesinos de Stalin, hasta que lo atraparon en Washington el 10 de febrero de 1941. Además del general Berzin, Stalin asesinó a Michael Koltzov, famoso corresponsal español del Pravda; a Arthur Stashevsky, jefe de la misión económica en España; y a Antonov Ovseenko, cónsul general en Barcelona, a quien se le dijo que lo llamaban a Moscú para nombrarlo ministro de Justicia, una broma característica del siniestro humor de Stalin. El único que escapó a Stalin fue el mismo archiasesino Orlov, que defeccionó, escribió un relato de todo lo que sabía e informó a Stalin que había preparado la publicación inmediata del material si él moría violentamente; por lo tanto, lo dejaron tranquilo, de manera que publicó su relato después de la muerte de Stalin.”
Guernica: una tragedia que se utilizó para ocultar otra
“Cabe preguntarse cómo es posible que las atrocidades contra la izquierda en Barcelona no provocasen una ola de rechazo a través del mundo”.
“Un factor fue la suerte. El 26 de abril de 1937, al día siguiente del asesinato de Cortada en Barcelona, que fue el detonante de la crisis interna, cuarenta y tres aviones de la Legión Cóndor bombardearon la histórica ciudad vasca de Guernica, cuyo famoso roble había sido el lugar de cita del primer parlamento vasco. Murieron alrededor de mil personas y el 70 por ciento de los edificios quedó destruido. No era el primer bombardeo de una ciudad por cualquiera de los dos bandos; Guernica era un blanco legítimo, aunque el objetivo de la incursión fue aterrorizar. Lo decidió el coronel Wolfgang von Richthofen, comandante de la Legión, en consulta con el coronel Juan Vigón, jefe de Estado Mayor de Mola. No hay pruebas de que Mola estuviera enterado”.
“Para los propagandistas de la Comintern —los mejores del mundo— fue un golpe de suerte y lo convirtieron en el episodio más famoso de toda la guerra”.
“Picasso, a quien ya se había pedido que pintase un gran cuadro para el pabellón español de la Feria Mundial de París, utilizó el tema, y el resultado fue llevado después al Metropolitan de Nueva York”.
“Guernica contribuyó a inclinar hacia el bando republicano a un segmento entero de la opinión occidental, incluidas las revistas Time y Newsweek”.
“En la oleada general de protestas y manifestaciones de repudio que siguió y cuyos ecos aún podían escucharse durante los años ochenta, en que el cuadro fue colgado solemnemente en El Prado, la masacre masiva de Barcelona quedó acallada”.
“El modo en que se usó a Guernica para cubrir la destrucción del POUM fue típico del brillo de la propaganda de la Comintern, dirigida por dos talentosos mentirosos profesionales, Willi Muenzenberg y Otto Katz, quienes después fueron asesinados por orden de Stalin”.
“A lo largo de la guerra de España, el comunismo contó con la ayuda no sólo de un soberbio sistema de relaciones públicas, sino de la ingenuidad, la credulidad y también, puede afirmarse, de la mendacidad y la corrupción de los intelectuales occidentales, y sobre todo por su disposición a ignorar lo que W. H. Auden denominó “el crimen necesario”. Cuando Orwell escapó y trató de publicar un relato del escándalo del POUM y “destapar la olla española”, en el New Statesman, su director, Kingsley Martin, rechazó el material con el argumento de que perjudicaría el apoyo de Occidente a la causa republicana; más tarde alegó que Negrín habría roto con los comunistas a causa del problema del POUM si Occidente se hubiese mostrado dispuesto a suministrarle armas. Pero cuando la denuncia de Orwell apareció en el New English Weekly, no llamó demasiado la atención”.
“Los intelectuales de la izquierda no deseaban conocer la verdad objetiva, no deseaban ver destruidas sus ilusiones.” “Los aturdía el esplendor y el entusiasmo de la causa y pocos tenían la firme voluntad de Orwell para afirmar normas absolutas de moral, o la experiencia de los horrores que sobrevenían cuando las normas relativas ocupaban su lugar. Muchos trataban al partido con una actitud de abyecto servilismo…”
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