El agua que sale de la canilla está feísima. Antes de hablar de causas que desembocan en esta realidad, convengamos que es un dato incontrastable. Ya da asco hasta para lavarse los dientes. Las mascotas la rechazan. No nos mintamos a nosotros mismos. Queremos ser maduros y jugar con lógicas de exitosos CEO´s, pues bien, posicionándose en ese andarivel sigan tales manuales básicos de “gestión de crisis”. Hay que generar confianza, y en la era de la inmediatez de la información ya no garpa ocultar, o contarla a medias. No es redituable, ni política ni socialmente.
El progresismo supo construir un deslumbrante coliseo para shows, pero no pudo llevar a cabo inversiones para tener agua de calidad y cantidad. Así tenemos a Montevideo, con el agua más fea de los 19 departamentos.
Estamos padeciendo una sequía de las más acuciantes de la historia, es mucho más prolongada que la de 2008/09, y parece no ser menor que la de 1989, que para el sector agropecuario fue catastrófica. También lo fue en cuanto a la generación de energía, pues basta con recordar aquellos apagones ochentosos.
Esta sequía, tuvo un breve oasis en marzo, donde las lluvias ocurridas parecían avizorar que empezaba la fase húmeda (no mencionamos Niño o Niña, pues es copyright de meteorólogos y ramas afines), pero, así las cosas, al momento actual, no fue más que un amague, un simple bucle del destino. Es decir, de vuelta seguimos de sequía.
A nivel rural, en vastas zonas del país, vivimos un déficit hídrico acumulado por tres años. El sector ganadero, por enfocarnos en alguno en particular, lo viene sintiendo de sobremanera. Desde menos celos en las vacas, que se traslada a menos terneros a nacer en el año, y a su vez terneros con menos quilos al destete, y así sucesivas incidencias negativas en todos los eslabones de la cadena. El sector ganadero, con la carne, es el principal rubro de exportación, sin usufructuar de zonas francas ni trenes subsidiados por el resto del conjunto de la sociedad.
Pero, es el más primario, o menos sofisticado de todos. En cuanto a tecnologías, maquinarias, etc… se puede decir que es el más artesanal, y por ende, junto a la lechería, quienes más arraigan a la gente viviendo en el campo. Obviamente, ningún sector puede hacer llover ni milagros metafísicos. Sin embargo, un sector bien primario como el ganadero, se ha venido preparando firme y progresivamente para esta contingencia. En los manejos del ganado, con destetes anticipados, “poniendo tablillas” a los terneros para preservar las madres, acopiando raciones, reduciendo las unidades ganaderas por hectárea, pastoreando en las banquinas de las rutas, haciendo tajamares y perforaciones de apuro, para generar abrevaderos, etc., etc. Es decir, un montón de pequeñas acciones inspiradas en la creatividad y la inversión, sea por acceso al crédito en el banco país, o por ahorro propio. Pequeñas acciones, que aisladas son de poca significancia, pero acollaradas unas con otras, logran una mitigación considerable del azote climático.
Pues bien, ante esta sequía progresiva, avizorada, pronosticada, muy charlada desde el comienzo del verano, es ineludible la interrogante: ¿qué ha hecho nuestra OSE al respecto? Donde están las previsiones adoptadas, pues sabido es que una administración estatal con décadas de sedimentación de técnicos y saberes, no va a limitarse a una “danza de la lluvia” como ritos originarios, en pos de esperar solo del cielo, el vital elemento.
Como fue que se llegó a este dilema, donde a grandes rasgos era un cruce de caminos entre echarle sal al agua, o tener que implementar cortes parciales, cosa que necesariamente conllevaría a aplicarse en pocas semanas. Si es público y notorio que el agua de Montevideo tiene un 50 o 40% de pérdidas por roturas de su añeja y desgastada cañería, ¿qué extremos se han tomado desde diciembre a la fecha para reducir tal perversión? ¿…dónde están las sinergias estatales para actuar ya o “para ayer”, y combatir el derroche?
Desde la escuela primaria nos inculcan, para elevación de nuestro ego país (algo de similar magnitud como aquello de nuestra histórica sociedad amortiguadora), que estamos sentados sobre el Acuífero Guaraní. Que es algo así como la segunda reserva suramericana de agua, después de la cuenca del Amazonas. Y que el recurso agua era como nuestro petróleo propio. Con diferentes gobiernos, de distintos signos en apariencia, nuestro país se ha inclinado por favorecer mega inversiones -desde pasteras, mineras, …y ahora hasta web centers- que no necesariamente son las más amigables con el recurso agua limpia, o no contaminada. Siempre está sobre la mesa la necesidad de la creación de puestos de trabajo y de aumento del PBI. Dicen que toda derrota no es fracaso si se aprende alguna importante lección. Tendremos como sociedad hacer más introspección sobre nuestros recursos naturales, y más específicamente sobre el agua; preguntarnos y evaluar -superando eslóganes vacíos de contenido-, ¿cuánto nos importa verdaderamente y hasta cuanto estamos dispuestos a sacrificar por ella?
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