En la década del 50, don Luis Alberto de Herrera, candidato histórico a la presidencia de la República y líder indiscutido del Partido Nacional, apoyó sin reservas al colorado Andrés Martinez Trueba, entonces presidente de la República, en su proyecto de reforma constitucional. Este proyecto, de viejo cuño batllista, finalmente aprobado en 1952, instauraría el sistema colegiado de gobierno que duró hasta la reforma constitucional de 1967.
Herrera comprendió, como gran estadista que era, que en ese momento era la política necesaria para el país. Y no vaciló en apoyar a su adversario político en su implementación. Lamentablemente, en el momento del triunfo nacionalista de 1958 ya tenía una edad avanzada y falleció al año siguiente. Aquel año, 1958, él había pactado, para el triunfo nacionalista, con el ruralismo de Benito Nardone (Chicotazo). Por primera vez en casi 100 años, el Partido Nacional era gobierno.
Este pequeño resumen pretende servir de fundamento para explicar una de las razones principales, si no la primordial, de la derrota en las elecciones de 2024 sufrida por el candidato nacionalista de la actual Coalición Republicana a manos del Frente Amplio.
No entendió el bisnieto de don Luis Alberto de Herrera el valor fundamental de otorgar crédito político y apoyar a sus aliados en el triunfo, estando dispuesto a atender las iniciativas de aquellos sectores que fueron la causa de su ascenso a la presidencia. Es aceptado por cualquier analista que el triunfo de Lacalle Pou en 2019 fue posible gracias a la gran votación del novel Partido Cabildo Abierto, con el liderazgo del general Manini Ríos. No reflejó esto LLP en su accionar gubernamental. Ninguna de las iniciativas de Cabildo Abierto, tuvo su apoyo. Su líder, Manini Ríos, fue siempre “ninguneado” por la mayoría de sus socios coalicionistas.
Se tuvo más en cuenta al líder del Partido Independiente (absolutamente minoritario) y al del Partido Colorado… quien renunció a su cargo apenas iniciar el gobierno.
Este accionar continuo en contra de CA fue minando el liderazgo de Manini Ríos, sus votantes vieron cómo nada de lo que les había propuesto era aceptado por el resto de sus “aliados” y ante esto los propios dirigentes del partido, inexpertos en estas lides, se fueron decepcionando, apareciendo las fracturas internas que llevaron a la muy menguada votación del partido en las internas y luego en la segunda vuelta.
Le faltó al presidente Luis Lacalle y por añadidura a los líderes nacionalistas aquella visión política de su bisabuelo. No entendieron que para retener el gobierno hay que captar los votos de la ciudadanía y para lograr esto, las alianzas políticas deben ser evidentes por sus frutos para todos.
Los votantes, que no razonan académicamente su voto, no seguirán a un líder que es sistemáticamente tratado más como adversario que como aliado por aquellos que le deben el haber ganado la elección. Y lo harán notar (y lo hicieron) en la siguiente.
Los puentes, las carreteras, los puertos, las escuelas, liceos y hospitales… por sí solos no generan votos para alcanzar mayorías. Es lo que se espera de un gobierno. El apoyo a los sectores que puedan aliarse. Eso sí aporta votos. Y se tuvo 5 años para demostrarlo… pero poco se hizo en este sentido.
Decía Andres Lamas, refiriéndose a don Joaquín Suárez, prócer de la patria y presidente de la República: “Rosas y Oribe apellidaban de salvajes e inmundos unitarios a todos sus enemigos; pero su única excepción cuando a él se referían siempre era don Joaquín Suárez”.
Don Joaquín cuenta entre sus descendientes actuales a nuestro presidente Luis Lacalle Pou, por parte de su madre, doña Julia Pou. Ejemplos de estadistas familiares no le faltaron… y además es también hijo de un expresidente.
A veces, la visión política no depende de quienes son tus ancestros.
Minas, 28 de noviembre 2024
Horacio Fantoni
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