Días pasados los montevideanos asistimos atónitos, a la aparente “ocupación” por supuestos efectivos militares, de la legendaria plaza donde se exhibe el principal emblema de nuestra nacionalidad: el monumento ecuestre a nuestro prócer y la urna que conserva sus restos mortales.
En este país de ficciones, se trataba de una ficción más. Las autoridades – gobierno nacional y departamental- habían decidido el bloqueo del céntrico sitio histórico, para facilitar el rodaje de una serie de TV “Conquest” coproducida y protagonizada por el conocido cineasta Keanu Reeves donde participaban cientos de extras, vehículos militares, ¡ y hasta tanques de guerra y todo!
Y dado este repentino amor por la ciudad de Montevideo, de esta multinacional del audivisual, por qué no se les concedió otro lugar con más oxígeno ambiental, donde los inocentes desnudos -con los rabos al aire y todo- de los extras, se pudieran tutear con la sensualidad de la incipiente vegetacion primaveral , primorosamente cuidada por la intendencia capitalina, que es una de los grandes promotores de este “nuevo ingreso de divisas”.
¿No podría haber sido el Rosedal del Prado o el parque Rodó? O si se buscaba un marco adecuado a este film cuya trama profunda apunta a una historia de “conquista”y usurpación, que mejor que el parque Batlle, próximo a la fuente que en una época lanzaba vistosos chorros de colores. Y además con las embajadas de Gran Bretaña y de Estados Unidos apuntalando los dos flancos.
¿Por qué tenía que ser nada menos que la plaza que lleva el nombre de nuestra Independencia? Que extraño capricho se obstinaba para que fuera aquel emblemático espacio que Carlo Zucchi en 1837, había diseñado para sacar a la otrora muy reconquistadora ciudad de San Felipe y Santiago, de los muros de aquella ciudadela que entre otras cosas sirvieron que aquellos primeros rústicos habitantes se pudieran defender virilmente, de las incursiones de los piratas, o por lo menos hasta que el cañoneo de las pesadas piezas de artillería de temibles invasores, no le abrieran alguna brecha…
Se trata de la plaza que fue tomando forma cuando en 1882 se instaló la piedra fundamental para erigir el monumento al General Artigas que en esos años sí, se le hizo justicia oficial y fue reconocido como el verdadero fundador de nuestra nacionalidad.
Ante tanta genuflexión y fantasía recordamos al gran Quevedo: “Poderoso caballero don dinero…”