¿De dónde vienen las bofetadas?
Gracias a la ingeniera y escritora Mireya Soriano, con sus siempre valiosos aportes, porque nos ha traído una nota sobre la historiadora Elvira Roca Barea (La Mañana 9/12/20).
Creo que es muy importante difundir primero la existencia y luego la obra de esta señora. En uno de sus muchos videos en YouTube, dice que si es malo que te abofeteen, peor es que no veas quién te está dando las bofetadas. Y para intentar, por lo menos tener el panorama completo, entiende que es imprescindible una reescritura de la historia.
¿Por qué? Porque estamos ante “una guerra cultural, como no ha habido otra en occidente, librada por fuerzas opuestas al catolicismo, sobre todo el protestantismo”.
Es interesante, que también manifieste en otro de esos videos, que ella no es creyente. Así se define, y no veo por qué no creerle. Quiere decir que no está haciendo propaganda fide, no es una “operadora política” del catolicismo. Está señalando un hecho objetivo. Y no le parece mal que esos intereses ajenos a lo hispano intenten su propio beneficio. Pero no es cuestión de asumir bofetadas sin ver de dónde vienen. Y ese es el problema: aceptar la historia contada por el enemigo.
En una reciente conferencia en EE.UU, habla sobre los atentados a las estatuas de Colón y Fray Junípero Serra. Es el resultado de una operación de montaje del mundo anglosajón, dice. Una conjunción de la “ley del silencio” y “el chivo expiatorio”.
Si llegó hasta acá, lo invito a ver los videos. Ella se lo explicará mejor que yo.
Carlos Quintana
¿La oposición?
“Lo que nos pasa es que no sabemos qué nos pasa y eso es precisamente lo que nos pasa”, José Ortega y Gasset.
La trilogía que lideró la hegemonía del Frente Amplio (FA) en los pasados quince años, por razones de edad y salud abandonó la escena política. ¿Quién genera y dirige hoy las energías de los seguidores del FA? Se insinúan nuevos liderazgos, ¿generan grandes energías?, ¿las dirigen al lugar correcto?
Con tristeza se percibe a hombres jóvenes, e incluso a algunos con muy buena formación, que viven anclados en consignas del siglo XIX. Usan términos y frases tremendistas, más propio de teleteatros que de una discusión democrática. Con un país “parado” antes de la pandemia, insisten en repetir las cosas que lo habían parado: “no pretendas resultados diferentes si sigues haciendo lo mismo”.
La “nueva normalidad” solicita un liderazgo que muestre una empatía con sus ciudadanos que es muy apreciada en estos momentos especiales. Las crisis son momentos de incertidumbre y de ambigüedad que provocan grandes cambios, alteran las reglas y reordenan las prioridades. Por eso, en tiempos convulsos buscan líderes en los que se pueda confiar y que protejan sus intereses. En resumen: quieren un liderazgo centrado en soluciones prácticas no motivadas por la ideología, y mucho menos por consideraciones políticas.
Estas prácticas conducen a un liderazgo que es muy “femenino” en lo que respecta a la empatía y cercanía con sus seguidores, que generan y dirijan emociones positivas. Así, el “Liderazgo Femenino” es un concepto cultural, no biológico. Se trata del liderazgo como autoridad moral que practican mujeres y hombres frente a la jefatura convencional. Se alejan de la visión más autocrática, generalmente asignada al liderazgo masculino. Los expertos en liderazgo afirman que cuando nos asustamos nos aferramos a ciertas cosas que nos inspiran confianza y ponemos el foco en aquellas personas que muestran un pensamiento claro, son capaces de trazar el camino correcto y tomar decisiones sin perder el tiempo vacilando.
Se sabe que a todos los líderes, independiendo de su sexo, se les está exigiendo esta condición, cercanía, empatía, generar y dirigir emociones positivas, dejando las emociones negativas a los demagogos y dictadores.
«En política todo necio es peligroso mientras no demuestre con hechos su inocuidad», Santiago Ramón Y Cajal.
Hoy, frente al nuevo impulso de la pandemia la mayoría de la oposición se ha alineado en la lucha contra el mal ¡Bienvenidos! Parece que lo del “liderazgo femenino” lo han entendido.
Hasta hace muy poco, todos ellos estimulaban y participaban en actos y manifestaciones que propiciaban aglomeraciones y abandono de la distancia social ¡Se aplaude dicho cambio!
Hasta se “encontró” en la IMM un camioncito que permite ir a los barrios a hacer hisopados, ¡aleluya!
¿Es eso suficiente?
En pleno colapso financiero de 2008, Rahm Emanuel, entonces jefe de gabinete del presidente Obama, hizo una observación memorable durante una entrevista: “Nunca quieres que se desperdicie una crisis grave”. Lo que quería decir era que las personas son inusualmente obedientes cuando tienen miedo, y que los líderes deben usar la licencia que se les otorga en ese momento para ejecutar un cambio real. Esta frase ha sido considerada como la respuesta cínica por excelencia a una situación que puede servir para impulsar lo que, en tiempos normales, sería una situación desagradable. Aunque parezca extraño, incluso la crisis que estamos viviendo actualmente puede ser una oportunidad real para que los líderes reconsideren aquellos principios ideológicos que han quedado obsoletos.
“Las ideologías, esos densos velos que hacen que miremos sin llegar a ver”, Zygmunt Bauman.
Rafael Rubio
Hablemos de educación
Los uruguayos sostenemos que la educación es prioritaria. Pero todos sabemos que no es cierto. Queda bien decirlo y lo decimos, pero mientras mis hijos y nietos tengan una educación razonable, ya que nadie aspira a la excelencia, los demás que se arreglen como puedan. Creemos que no es nuestro problema. Pero lo es, y así nos va.
La educación pública debe ser de excelencia. Es el único método para integrar, incluir y superar circunstancias adversas; para formar seres libres, capaces de elegir cómo vivir su vida, respetando la forma de vida de los demás, dentro de la ley.
Durante muchas décadas pasadas, antes de los gobiernos clepto progresistas, Uruguay tenía solamente un 2% de analfabetos y la mayoría de ellos era de edad adulta.
Era el tiempo en que Uruguay iluminaba la esperanza de una Europa hambrienta, prometiendo y cumpliendo el sueño de “M´hijo el Dotor”. Uruguay enseñaba, abría caminos, ilustraba, educaba en los valores esenciales del esfuerzo y el trabajo, para convivir libres y en paz, sin odios, ni divisiones, construyendo un gran país, que ya fue.
Uruguay era el país mejor educado de América Latina, a la par de EEUU. Lástima el “era”.
Todo se reduce, empieza y termina con la educación. ¿Qué pasó con el sueño de Varela y ese Uruguay con defectos, pero luminoso? ¿Fue porque si por desidia o a propósito, siguiendo un plan siniestro basado en formar clientes, en vez de ciudadanos? No conozco la respuesta, pero sí los resultados. Y son alarmantes. Pocos hechos, pero esclarecedores.
Hablamos de educación pública. La que pagamos entre todos. Y el presupuesto es alto y cada vez se aporta más dinero. Algo no funciona.
Durante 15 años, los gobiernos frenteamplistas nos prometieron 180 días de clase. No cumplieron.
En Europa y Japón hay 210 días de clase por año. En China 230. ¿Cómo podrán competir nuestros mal instruidos uruguayitos con el resto del mundo civilizado?
Yo tuve el privilegio de tener maestros, mis hijos se conformaron con docentes y mis nietos tienen trabajadores de la educación. La diferencia es notable. No solo es culpa de los educadores, ¿no ganan lo que merecen? cierto, ¿deben pelear por ello? cierto, pero no lo deben hacer abandonando sus lugares de trabajo, abandonando las aulas, abandonando a sus alumnos, los docentes tienen una imaginación fantástica y a ella deben recurrir para saber expresar sus reclamos de una forma que no sea agresiva para el futuro de los educandos y respetando la laicidad.
El que no aprende, no sabe. Si no sabe, no puede elegir. Si no puede elegir con libertad, otros lo harán en su nombre. ¿No será que desde hace muchos años, alguien decidió por nosotros educarnos mal y eso lo hicieron muy, pero muy bien?
Si el caballo piensa, se acaba la equitación.
Jorge Azar Gómez
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