Propuesta improcedente II
Sr. Director:
En la edición de La Mañana del miércoles 25 p.pdo. en la página 5 aparece una nota excelente bajo el título de “Propuesta improcedente”
Es compartible en su totalidad ya que resulta cercano al descaro pretender más atribuciones para la Fiscalía General de la Nación cuando ni siquiera ha cumplido con las que ahora tiene a cargo, que son enormes y desproporcionadas, todo ello gracias al engendro llamado Código del Proceso Penal votado sin cuestionamientos (hasta donde sé) por parte de los PP.TT. en la pasada legislatura, código que va en contra de toda nuestra tradición procesal penal orientada hacia los jueces de instrucción para dirigir las investigaciones.
En su nota el articulista menciona el grosero y burdo (los calificativos son míos) ataque contra el senador Manini, pasando por alto 270 mil votos del soberano, agrego yo, y dejando sin tocar al otrora secretario de la presidencia y al expresidente Vázquez. Además se mencionan en dicha columna los casos de Gas Sayago, el Antel Arena, Aratirí, así como el “escandaloso caso Balcedo”. También se rememora el lamentable caso ocurrido en su momento con un “pen drive”, algo infantil cuanto que vergonzoso, y se promete hablar de ello en el futuro, lo que sin duda será muy interesante.
Pero resulta que “pen drives” hay de muchos tipos. Yo me pregunto si en el caso Cendoya y la Ursec, en el que se han formalizado (vulgo, procesado) apenas a dos “perejiles” también fallarán o estarán extraviados, porque del asunto hace días, días y más días que no se sabe absolutamente nada, más allá de que el frustrado candidato a ocupar un cargo en ANTEL ya declaró como indagado, según informó en su momento el diario El País. ¿Y luego? Aaah…, la tan mentada transparencia de este código. Menos mal que el anterior era casi medioeval…
¿Hasta cuándo, señores del gobierno?
Atentamente:
Dr. César Eduardo Fontana
Cualquier hombre
En 1624, el poeta y clérigo inglés John Donne, escribió este poema, que se hizo universalmente conocido gracias a la novela de Hemingway y más aun a su versión fílmica:
¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.
Afirmar que la muerte de cualquiera me afecta, puede ser metafísicamente válido. Pero por aquello de virtudes y talentos, de difícil aplicación.
En 1993, en un sanatorio de Georgetown, en Estados Unidos, falleció un médico que se había nacionalizado estadounidense. Este hombre había nacido en Polonia. Perseguido por su condición de judío se radicó en Nueva York donde obtuvo su título.
Se trata de Albert Sabin, y entre otras cosas aportó la vacuna oral contra la poliomielitis.
Por cierto tuvo una larga vida de noventa y tres años. Y también es cierto que no se ha inventado vacuna contra la muerte: todos moriremos.
Seguramente su fallecimiento no provocó conmoción mundial. No hubo largas colas ante su féretro, ni tumultos de público, ni camisetas con su nombre, ni periodistas lacrimosos dedicados días enteros a lamentar su muerte. Después de todo este hombre era solo un científico y los científicos no mueven multitudes.
Según la OMS la vacuna Sabin comenzó a aplicarse en 1964 y en 1988, cuando se inició un plan general de erradicación, quedaban paralíticos más de mil niños por día. La mayoría de los casos eran asintomáticos y la cifra tomada a nivel mundial parece poco significativa. Bien: explíqueselo a Frida Kahlo que sufrió las consecuencias.
En suma, hay personas que quedan por su legado y otros que se van sin dejar «ni rastro de sus alas en el viento».
Pasan los años y sin embargo, todo parece indicar que seguimos eligiendo a Barrabás.
Carlos Quintana
El Prometeo Mestizo
Latinoamérica es un campo de batalla, parafraseando a Nietzsche, esto queda de manifiesto hasta en los acontecimientos más insospechados. La muerte de un representante de esta patria, como Diego Armando Maradona lo muestra en toda su expresión. Quienes también somos hijos de esta tierra no podemos despedir a uno de los nuestros sin escuchar los alaridos de aquellos que siempre desdeñan a nuestra madre, deslumbrados por los ecos de la “ilustración europea”.
Dos éticas batallan en el continente. Una es la moral de cuño anglosajón que en este continente desembarca primeramente en las 13 colonias y en algunos que otros sarrateas. Tiene una expresión burguesa, atea y obsesivamente igualitaria.
A esto se enfrenta una moral nieta de Roma, hija de España, concebida en comunión por distintos pueblos (europeos, africanos y nativos), en donde el talento, la virtud y la belleza son la fortaleza de su espíritu.
Como un héroe griego, Maradona como tantos otros que nacieron con el don de la excepcionalidad sin cercenar sus pasiones y sus instintos, llevándolos como una pesada cruz a lo largo de su vida encarna esta ética. Flor de barrio, lujo del potrero, de entre los pobres surge en el seno de la América mestiza algo tan fenomenal que supo poner de rodillas a la pérfida Albión y ascender a la mayor de las glorias.
Su carácter esencialmente humano, irreverente e imperfecto enfurece a los monarcas de otras tierras y a sus personeros apátridas en lo más profundo de su moral burguesa.
Al decir de Rodó en su excepcionalísimo Ariel: Embriagad al repetidor de las irreverencias de la medianía que veis pasar por vuestro lado; tentadle a hacer de héroe; convertid su apacibilidad burocrática en vocación de redentor y tendréis entonces la hostilidad rencorosa e implacable contra todo lo hermoso, contra todo lo digno, contra todo lo delicado del espíritu humano…”
Matías Prieto
Sociedad de Pensamiento Perros Cimarrones
Cuando se deteriora la confianza pública
Los informativos se han transformado en un inventario de malas noticias donde la inefable pandemia compite con delitos cuya causa responde a la quiebra de valores que se ha venido incrementando en los últimos 15 años. Dentro de este sistemático quebrantamiento del orden legal, mucho preocupa las reiteradas infracciones cometidas por notarios.
El escribano es el profesional facultado legalmente parta dar forma jurídica a la voluntad de las partes y cumple la función social de ser el depositario de la fe pública. En la mayor parte de los países son funcionarios públicos designados por el Estado. En Uruguay en cambio, para el ejercicio de esta profesión basta con acceder al título habilitante de la respectiva Universidad y el Estado monitorea a través de uno de sus tres poderes.
En la página de internet del Poder Judicial se puede observar la lista de estos profesionales desinvestidos, que si bien la mayoría son voluntariamente, hay 184 que responden a desinvestidura involuntaria, por parte de la Suprema Corte de Justicia.
Para los que se lamentan de que hayamos sido culturizados por los españoles, es bueno recordar que Rodrigo de Escobedo “Escribano de toda la Armada”, fue el primer notario de América, quien libró el acta por la cual Colón tomaba posesión en nombre de España el 12 de octubre de 1492.
Mientras en el derecho anglosajón el notario es un mero certificador de firmas, en el derecho latino el notario es un técnico en Derecho que al ejercicio de la fe pública y sus poderes certificantes agrega su calidad de jurista que le permite concretar las soluciones más ajustadas a Derecho para los actos y contratos en los que interviene.
En el convencimiento de la importancia de esta profesión, es que nos preocupa las reiteradas denuncias de transgresiones a una noble función cuya principal tarea es proporcionar seguridad jurídica a la sociedad.
Jacinto W. Pangallo
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