Despoliticemos a la salud
Es sabido que, en nuestro país, desde hace muchos años, hay más de tres millones de técnicos de fútbol. Últimamente, además, nos han sorprendido los uruguayos por ser también expertos en vacunas.
Durante toda nuestra vida nos hemos inoculado decenas de ellas y jamás nos interiorizamos de qué laboratorio son, pero ahora resulta que es fundamental saberlo. ¿Esa es la realidad o la excusa para otros fines?
Vivimos un momento de mucha incertidumbre respecto al desenlace de la pandemia y en el eje central de la discusión sobre la misma, se ha instalado el tema de la vacuna, donde los principales actores sociales la han llevado al terreno político.
Sin dudas, este tema se ha politizado, a tal punto de que han circulado textos en las redes sociales, acusando de desestabilizadores del gobierno, a quienes hasta ahora han aportado la única solución tangible para aliviar las preocupaciones de miles de uruguayos.
Qué vacuna es mejor no lo sabemos, pero sí sabemos que existen opiniones encontradas sobre todas y cada una de ellas.
Recientemente, hemos presenciado en un programa de televisión, a un conocido periodista, manifestando que la vacuna Sputnik V es de origen “soviético” (la URSS hace tiempo ya no existe).
También en otro programa televisivo de entretenimientos, una laureada periodista, utilizando supuesta información privilegiada (cuyo origen dijo es la Junta Nacional de Salud) acusó al presidente del Casmu de tener fines espurios al pretender adquirir la vacuna Sputnik V de origen ruso, por haber este afirmado que podría tener la misma disponible en nuestro país en el mes de enero.
En su afán de desacreditarlo, la periodista aseveró que el Casmu tiene problemas financieros sin medir (quiero pensar) las consecuencias que dichas expresiones pueden causar en los usuarios de una de las más prestigiosas instituciones de salud que posee nuestro país, y que se ha ganado el reconocimiento de la comunidad internacional en su lucha contra la pandemia.
Cabe aclarar que creo que casi todo el sistema mutual está desfinanciado, producto de una equívoca y errónea administración del sistema de salud creado por el Frente Amplio.
Lamentablemente, los intereses personales, político-partidarios, económicos, entre otros, parecen ubicarse por encima del bien común.
Las instituciones de salud, que al igual que otros sectores de actividad del país, han sido bastiones en la lucha contra la pandemia y han posicionado al Uruguay como uno de los países más reconocidos del mundo, merecen más respeto.
Nada justifica crear un clima enrarecido, en un momento de absoluta fragilidad de la población.
Muchos compatriotas, han agotado en las farmacias y veterinarias, supuestos preventivos del covid-19, lo que demuestra la preocupación y sensibilización existente.
Hoy la vacuna se ha transformado en un tema de estado, ojalá vengan todas, independientemente del orden, pero que sea pronto.
Nuestros ancianos en los residenciales las necesitan.
Nuestros funcionarios de la salud las necesitan.
Nuestros empleados de los frigoríficos las necesitan.
Nuestros soldados y policías las necesitan.
Nuestros obreros de la construcción las necesitan.
Nuestros deportistas las necesitan.
Los pequeños empresarios las necesitan.
Nuestros maestros las necesitan.
Los que salen diariamente a hacer el peso para parar la olla las necesitan.
Nuestros compatriotas de la frontera con Brasil van a ser los primeros en vacunarse (del lado brasileño) y no creo les importe ni el origen ni el laboratorio, basta con que sean autorizadas por los organismos internacionales de salud.
Jorge Rodríguez
Los censores de hoy… los ciegos y sordos de ayer
El 01/03/2020 el Uruguay cumplía con una ceremonia tradicional (olvidando el último traspié cívico-militar): Luis Lacalle Pou asumía como presidente de la República.
Una docena de días después, el 13/03/2020, en Uruguay se declaraba la emergencia sanitaria generada por un virus llamado covid-19 que había trasformado la epidemia en pandemia, afectando a toda la población del planeta, sin discriminación alguna y provocando millones de pérdidas humanas y materiales.
La letalidad universal no permitió ver el bosque por un árbol, que la OMS (Organización Mundial de la Salud), desde el 27/04/2019, a través de la Comisión Municipal de Salud de Wuhan-China, notificaba de casos causados por un nuevo coronavirus.
Una larga cronología (ver https://www.who.int/es/news/item/27-04-2020-who-timeline—covid-19 y https://www.who.int/es/news/item/29-06-2020-covidtimeline), demuestra que desde entonces los ministerios de Relaciones Exteriores y de Salud Pública del mundo (incluyendo Uruguay), debían estar en conocimiento de la existencia y las consecuencias de la pandemia.
Todos hemos escuchado y leído las recriminaciones de la oposición: “que el (actual) gobierno ha obrado con lentitud, que se ha dormido, que reclaman medidas urgentes”, etc.
Aparte de lo que todos conocemos sobre sus lamentables gestiones, que superan cuantiosamente lo que hicieron “bien”, que le significaron millones de dólares a sus compatriotas, al erario, endeudando al país: ¿cómo catalogaríamos la omisión mencionada sobre la epidemia? ¿Quién es el responsable y el culpable de los que han fallecido por no haber estado informados en tiempo y forma de lo que venía? ¿Cuándo aprenderán que la población de nuestro país está antes que una politiquería barata y perimida? ¿Cuándo se darán por enterados que, por encima del fundamentalismo y la intolerancia radicalista de un partido, está la nación que ellos integran?
Arq. (J) Ignacio David Weisz
C.I. 612.364-2
Eutanasia y suicidio asistido
Vivimos el posmodernismo con falta total de solidaridad, y la convicción de que toda relación estable responsable es una hipoteca de la vida.
El posmodernismo actual se asocia a un maniqueísmo religioso, degenerado en populismo social: de este lado los buenos, de este otro la resaca, lo descartable. Hoy la vida es descartable con aborto legal y 100% de matricidios, eutanasia y suicidio asistido.
La eutanasia con día y hora convenida siempre me hace pensar en el deudo con “vocación de heredero”.
El suicidio asistido es más cruel. A lo anterior se agrega lo sabido por todo médico con experiencia de décadas: un paciente es desahuciado, pasan los años y el condenado, desde la vereda de enfrente grita: ¡hola doctor!
La eutanasia y el suicidio asistido es “la solución final” del siglo XXI.
Creo en el alivio del dolor y el combate a la soledad en que vive un paciente en situación terminal, que conoce perfectamente cuán cerca está su muerte (hay estadísticas al respecto).
Dr. Milton Cazes
C.I. 1.229.370-2
Voto secreto verificable
Señor Director:
A mi entender, la causa de la crisis política en los Estados Unidos no está percibiéndose claramente y, por tanto, doy por cierto que se agravará en lugar de solucionarse. Muchos afirman que hubo una estafa electoral y otros lo desmienten. Pero la realidad, en última instancia, es que los mecanismos de sufragio no inspiran confianza y, por ende, tampoco respeto. Hasta quienes desmienten que se haya perpetrado un fraude admiten que hubo irregularidades. Incluso numerosas y muy significativas. Y ocurre lo mismo en varios países.
Por consiguiente, superar el problema en todas partes exige instaurar un sistema de votación a prueba de manipulaciones y errores, en lugar de pretender establecer quiénes tienen razón y quiénes están equivocados en cuanto a presuntas felonías. Y para esto la técnica de “Voto secreto verificable” presentada por la fundación Homini Veritas a las autoridades electorales, al Parlamento, al Poder Ejecutivo y al Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Oriental del Uruguay constituye sin duda una solución.
Convendría informar a la opinión pública para que pudiese actuar en consecuencia. https://parlamento.gub.uy/documentosyleyes/ficha-asunto/148673/ficha_completa.
Por fundación Homini Veritas,
Sergio Hebert Canero Dávila
A la pandemia se le suma el “teletrabajo”
El sector privado no solo está afrontando el desafío de la pandemia del covid, que lo tiene a mal traer, sino como si esto fuera poco, está luchando contra el sector público en su versión “teletrabajo”.
¿Qué significa esto? Tramites que no se pueden realizar porque no hay personal disponible, interminables esperas en las líneas telefónicas para recibir asesoramiento. Todo esto lleva a que muchas veces las empresas se vean imposibilitadas de facturar y, por lo tanto, cobrar para poder seguir funcionando.
El sector financiero, que funciona como el sector público por su corto horario al público y poco personal disponible, también dificulta la actividad de los uruguayos de a pie. ¡Y no me vengan con el e-banking! Si no pregúntenle a los clientes del Brou…
¿No será hora de que el Estado esté al servicio del sector privado para que este pueda funcionar y sobrevivir?
Julio M. López