EL PERIODISTA Y EL FISCAL
Llama la atención la profusa difusión que ha tenido en los medios el duro enfrentamiento que tuvieron en un panel televisivo el periodista Alberto Sonsol y el Fiscal de Corte Jorge Díaz, respecto del caso Balcedo, el millonario sindicalista argentino que vivía en una gran mansión en Playa Verde, rodeado de lujo y comodidades, titular de suculentas cuentas en dólares y con una flota de automóviles de alta gama, al mismo nivel que el de un jeque árabe.
Una vez más, se destaca el rotundo fracaso del nuevo modelo de proceso penal acusatorio. Siempre se dijo que la sustitución del viejo y esclerosado proceso inquisitivo, al ser sustituído por el proceso acusatorio, más garantista y democrático, requería de un cambio cultural en la sociedad, y eso es verdad.
En el antiguo proceso, el autor de un delito era procesado e iba de inmediato a la cárcel; es decir era un preso sin condena. El gran Carrara, quizás el mejor penalista de todos los tiempos, hablaba de la “inmoralidad del encarcelamiento preventivo” que se defendía como “una injusticia necesaria” (evitar la fuga, la destrucción de pruebas, la amenaza a testigos, la continuidad en el delito, etc.).
Ahora, en el nuevo proceso acusatorio, el procesado (porque lo de “formalizado” es un ridículo desacierto) salvo excepciones de delitos muy graves y de sangre, queda en libertad a la espera del juicio oral.
Resulta obvio, que el carácter retributivo del delito y el ejemplo de la inmediata sanción como amenaza, se atenúa con el paso del tiempo y da al colectivo social una cierta sensación de impunidad, que antes no existía. Porque la reparación que el maleficio inflingía a la sociedad no se demoraba en los meandros del nuevo proceso.
El cambio cultural significa pues, el acostumbramiento a esa nueva realidad: que el cumplimiento de la pena no es inmediato a la comisión del delito. Pero ocurre algo mucho peor, para lo cual el cambio cultural no existe ni debe esperarse: la pena negociada.
Y esto se produce en los procesos abreviados, que hoy son la opción del 95% de los casos, mediante un acuerdo entre en el Defensor y el Fiscal, al que se llega después de tiras y aflojes y regateos, más propios de una feria que de un procedimiento judicial.
El Dr. William Corujo, destacado magistrado de larga carrera, ha escrito un artículo bajo el epígrafe “El proceso abreviado; el proceso mercado”.
Por su parte el Fiscal Dr. Luis Pacheco, observa cómo se desnaturaliza el nuevo proceso acusatorio al adoptarse en un 95% de los casos, el procedimiento abreviado, donde se negocia la calificación jurídica, el monto de la pena, la forma de cumplirla, la reparación civil, incautación de los bienes, el resarcimiento que forma parte del acuerdo. Entonces, en lugar de un juicio o un real proceso penal, tenemos un procedimiento administrativo que excluye al Juez -violando así una de las bases del acusatorio que es la inmediatez, o sea la presencia del Juez en todas las instancias y audiencias- ya que su función queda limitada a un simple homologamiento de lo acordado entre Fiscal y Defensor, elimina la fecunda discusión sobre el derecho sustantivo que crea la verdadera jurisprudencia enriquecedora de la ciencia penal, e inclina a los Fiscales a “huir” del proceso y a buscar la pena negociada, lo que aleja aún más al Juez Penal de sus procesos, ya que no puede modificar los términos del acuerdo, debiendo respetar la autonomía de lo que las partes libre y voluntariamente acordaron.
En los EE.UU. se criticó duramente en una época, lo que se dio en llamar “el gobierno de los Jueces”, por su inconveniente forma de operar sobre el obrar legislativo.
Hoy, en nuestro país tenemos algo peor: “el gobierno de los Fiscales”, dueños y señores de la Política Criminal.
El caso Balcedo, quizás un verdadero “leading case” en el que el trasiego de cifras millonarias influyendo en la resolución de un proceso penal, que deja a la opinión pública confundida entre la sorpresa que afrenta o la simple incredulidad, le viene a dar la razón al periodista Alberto Sonsol: el hombre de la calle piensa, como llegó a decir una vez don Luis Jiménez Asúa, que “el derecho penal está hecho para los pobres y el derecho civil para los ricos”. Así piensa el común de la gente: que con dinero, el derecho penal es menos penal.
Carlos Martel
UCU Y SOROS
“El uso de drogas hoy (…) se ha generalizado en todo el mundo, especialmente entre los adolescentes. Por tanto, una sociedad que se preocupe del bienestar de sus hijos (…) no puede aceptar (…) que la sociedad necesita aprender a vivir con los estupefacientes, dado que éstos son fuente de ruina y de muerte, y no de vida” (Manual de Pastoral “Iglesia, droga y toxicomanía”, 2001). En tal sentido, el papa Francisco se ha manifestado en diversas ocasiones contrario a la liberalización de la marihuana.
La ideología de género, “niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer (…) y vacía el fundamento antropológico de la familia”. La Santa Sede sostiene que “Es inquietante que algunas ideologías de este tipo (…) procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños” (Amoris laetitia 56).
El rechazo de la Iglesia al aborto no requiere mayor abundamiento.
En las antípodas de este pensamiento se halla la concepción de George Soros y su Open Society, que invierte cientos de millones de dólares en contradecir el pensamiento católico así como el de millones de otras personas que comparten esos principios. Lo hace promoviendo la liberalización de la marihuana, la ideología de género y el aborto ya directamente, ya a través de Neflix y Disney. Su acción es reconocida mundialmente y ha sido denunciada en reiteradas ocasiones por el senador Guido Manini Ríos y otros actores políticos en nuestro País.
Por eso llama la atención que Open Society Foundations otorgue «una beca del 100% de la matrícula para realizar la maestría en Políticas Públicas de la Universidad Católica del Uruguay”. El llamado, según resulta del texto publicado en 2019 obliga al becario a “realizar su trabajo final de maestría (tesis o simulación de asistencia técnica) sobre políticas de drogas en Uruguay”.
Como decía aquel personaje de televisión: Usted, ¿no sospecharía?
Luis Galindo
CUENCA DEL SANTA LUCIA
En la ciudad de San Ramón se ha conformado una Comisión de Corrientes Pluviales y Cuenca del río Santa Lucía con la finalidad de trabajar en la temática de las inundaciones generadas por dicho río. Como es de público conocimiento, las inundaciones del Santa Lucía son cada vez más frecuentes y más extensas.
San Ramón es el primer núcleo poblado con densidad de población relativamente alta, que desde su nacimiento en las sierras de Minas (Lavalleja) tocan las aguas del río Santa Lucía, vascos visionarios en 1889 Canal Zabala (Ley nº2097) quisieron hacer de sus costas un gran foco productivo, fuente saludable de riqueza y salud ambiental hechos políticos lo impidieron.
Por ello nuestro objetivo principal es que mediante las diversas gestiones que se han ido desarrollando desde el año 2018 a la fecha podamos lograr mitigar el impacto ambiental y sanitario que cada año se vuelve más preocupante. El deterioro constante de uno de los ríos más importante de nuestro país ha puesto en alerta a todas aquellas familias que sufren el flagelo de las inundaciones a lo largo y ancho de la Cuenca del Río Santa Lucía.
Esta Comisión tiene la obligación como habitantes de esta comunidad y como ciudadanos de este país, de trabajar en pos de soluciones que perduren en el tiempo para todos los ciudadanos que se ven afectados por esta situación. Nuestro mayor anhelo es que las autoridades competentes tomen acciones a la brevedad, aprovechando el buen clima que está previsto para los próximos meses.
Gustavo Pereira Patrón
¡AHÍ ESTÁN, ELLOS SON!
En las elecciones de 1971 el PDC entregó lema -y algo más- al naciente Frente Amplio. Por esos días mi primo y yo, estábamos en 18 de Julio, en la vereda frente a un local político que impulsaba la candidatura del Dr. Batlle. Acertó a pasar por la Avenida, una caravana del FA. Era lo que parecía una interminable hilera de camiones y camionetas llenas de jóvenes.
Estaban uniformados por sectores: los pedecistas con camisa naranja, los socialistas verde, los rojos rojo. Pero por encima de diferencias cromáticas todos coincidían en algo. No sé si porque nosotros estábamos de saco y corbata o por la vecindad del local político, pero el grito era unánime.
Nos apuntaban con el dedo y coreaban: “¡Ahí están, ellos son, los que irán al paredón!”.
Por “el paredón” se referían al que hicieron famosos los fusilamientos en Cuba. No entendíamos con mi primo por qué estos contemporáneos nos querían matar, pero no nos hizo ninguna gracia.
Traigo a colación estos hechos de hace más de medio siglo porque leo con tristeza -en un periódico cuyo nombre recuerda la grieta por la que entraron los invasores en la muralla- que nada han aprendido. El discurso no ha cambiado. Se sigue flechando la cancha. Se siguen agitando los mismos espantajos, y lo peor, es que se sigue sosteniendo la misma filosofía.
No interesa cuántos agujeros tenga ese paredón, cuántas víctimas haya cobrado la intolerancia del pensamiento único. No importa la sangre derramada. El error siempre es del otro. Porque la brecha hay que mantenerla siempre abierta. Y para eso hay que insistir con el relato e infestar las mentes de nuevas generaciones. Aunque más no sea, sacando de vez en cuando algún cartelito a quien echarle la culpa.
Carlos Quintana
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