Escuché con interés la entrevista que La voz de La Mañana le efectuó el pasado sábado a Pablo Benítez, jefe de Relaciones Públicas de la Dirección Nacional de Bomberos. Ante la pregunta de sobre quién recae la responsabilidad de inspeccionar y controlar los predios forestales, Benítez explicó que los bomberos no cuentan con los recursos para inspeccionar “de oficio” cada predio forestado, tarea que según él resultaría “imposible”, sobre todo si se tiene en cuenta la extensión del área destinada a la actividad en el país. Sin embargo, Benítez explicó que los bomberos trabajan coordinadamente con los forestales, agrupados en torno un grupo de prevención.
Claramente los bomberos no tienen ni los recursos para prevenir todos los incendios, ni su misión es regular la industria. Eso deja abierta la interrogante acerca de cuál sería el organismo sobre el cual recae esta supervisión. ¿Es el Ministerio de Ambiente? ¿El MGAP? ¿O son los propios forestales quienes se autoregulan? Ahora nos venimos a enterar que al menos algunos predios no cumplían con el régimen legal vigente, particularmente en lo que refiere a la proximidad de las plantaciones con los centros poblados. Llama poderosamente la atención tras un año de discusiones diarias sobre el proyecto presentado por Cabildo Abierto, este tema no hubiera surgido nunca. Claramente el rey circulaba desnudo en este caso. Por suerte no hay que lamentar pérdidas humanas, ya que la discusión posterior hubiera tomado otro cariz.
Asumiendo su responsabilidad, MGAP y el Ministerio de Ambiente han reconsiderado su actitud, y emitieron un comunicado conjunto en el que anunciaron una serie de medidas que serán tomadas “en conjunto” con la Sociedad de Productores Forestales. No sea cosa que el lobby forestal se ofenda. Pero, de todos modos, es un paso importante en la dirección correcta.
Sigfrido Vaz
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