Para preparar la Fiesta de Clausura se hizo reunión de Comisión Fomento, Comisión de Damas y Comisión de Jóvenes, y de todos los padres y vecinos que quisieron venir. Vinieron unos cuantos, por lo menos los de más cerca.
Se resolvió hacerla el sábado todo el día, con almuerzo, porque siempre viene gente de todas las zonas vecinas ya que nuestras fiestas gustan mucho.
Se repartieron las tareas: cada uno dijo qué podía hacer, con qué podía colaborar; otros se ofrecieron para salir a pedir donaciones, como se hace siempre.
Además, la maestra informó qué canciones, bailes y comedias haremos los alumnos, y qué ropas y otras cosas necesitaremos; así, cada familia podrá ir viendo lo que tiene o lo que deberá conseguir.
Ya tenía las invitaciones prontas: faltaba solo completar día y hora, y la firma del presidente (que es mi papá). Debajo firma ella, puso el sello de la escuela y se las dio a los presentes para que las repartieran. Un vecino dijo que podía llevar unas cuantas al almacén del Sr. Elbio Cardozo, en Estación Laureles, porque ahí va todo el mundo, las recogen y las llevan a sus vecinos.
A ese almacén va gente de las zonas vecinas y lejanas, porque es de ramos generales y está cerquita de la estación del ferrocarril, único medio para ir a las poblaciones alejadas, como la capital departamental, Rivera y Tranqueras de Rivera, donde hay que ir seguido por muchos motivos, desde pagar las planillas hasta consultar con un médico.
Después que se fueron todos, papá y mamá se quedaron para hablar con la maestra (yo también me quedé: siempre ando pegado a mi padre…): le comunicaron que quieren el pase de mi hermana, la que pasó a 6º año, porque irá para el Colegio de Tranqueras de Rivera a hacer esa clase el año que viene. Así estará mejor preparada para el Liceo, que lo hará en Tacuarembó, porque –como ya dije– el programa rural es diferente al de la ciudad.
La maestra lo entendió todo y dijo: “Entonces tendrá que despedirse de la escuela”; y le mandó la poesía “Adiós a la escuela” para que la memorice y recite en la fiesta. No es difícil porque casi todos la sabemos: todos los años, los niños que terminan el ciclo escolar la dicen; casi la sabemos de memoria…
En casa ya sabíamos que mi hermana se iría el año próximo, pupila en el Colegio de Hermanas de Tranqueras: se ve que papá y mamá ya lo habían conversado, porque una noche, durante la cena, sacaron la conversación. Mi hermana agachó la cabeza y escuchó, hasta que mamá le preguntó qué le parecía. Ella contestó: “Lo que ustedes hagan, para mí está bien; yo quiero seguir estudiando, porque quiero ser maestra”.
Los demás igual quedamos medio asombrados, porque nos dimos cuenta que sólo faltaban tres meses…
Yo pensé: “El año que viene tendré que ir solo a la escuela”; y ya empecé a extrañarla.
Jesús H. Duarte, maestro
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