Nota preliminar. Es sentencia general de los historiadores actuales, que cuando estudiamos un hecho del pasado lo traemos al presente; por esta razón, las vivencias que paso a relatar las escribiré todas en tiempo verbal presente, con la salvedad que el lenguaje que empleo ahora – más de 50 años después– ya no tiene la frescura, la sencillez y la inocencia de aquella hermosa época. Conste.
Estoy cursando 4º año; debería ser mi último año escolar, porque mi escuela rural, de maestro único, tiene un ciclo escolar completo de 4 años.
Esto nos explicó la maestra Manuela a principios de año (ya estamos cerca de las vacaciones de setiembre); pero agregó que enterada que mi hermana y yo continuaremos estudiando, habló en la Inspección Departamental y al poco tiempo el C.N.E.P. y N. autorizó no sólo 5º para ella sino también 6º, aunque este año no hay ninguno para 6º, porque –agregó– “ninguna escuela del país debe tener un ciclo anterior a la reforma del Programa de 1949”.
Hasta ahora los niños terminaban 4º con 9-10 años, y reingresaban, porque eran muy chicos para salir a hacer “changas” en los alrededores, aunque en la casa sí trabajaban en las chacras y el campo. Mis hermanos mayores, por ejemplo, hicieron 3 veces 4º año.
La maestra Manuela es de Rivera; chiquitita y flaquita; hay alumnas de 14 y 16 años que son más altas y corpulentas que ella. No es como la maestra del año pasado, dulce, delicada para corregirnos, siempre amable; es exigente y macheta para las notas. Nos pone unos cuestionarios de 20 preguntas sobre los mayas o los aztecas: si contesto 18 bien me pone MB. Yo creo que debería poner por lo menos MBS; pero mis padres dicen que es muy buena porque exige, y nos tiene “cortitos”. Además, siempre nos dijeron que no recibían quejas de ninguna maestra…
Somos menos de 30 alumnos en la escuela; nunca nos peleamos y durante el recreo niñas y varones jugamos todos juntos.
Jesús H. Duarte, maestro.
TE PUEDE INTERESAR