“¿Buen tiempo…?”
Pasaron las vacaciones de setiembre y volvimos a la escuela.
Cada día, mientras la maestra corrige los deberes (un problema, 10 o 15 cuentas, un ejercicio de lenguaje y una lectura), debemos poner la fecha y EL estado del tiempo (con pluma y tinta): “Fresco. Cielo sin nubes. Día bueno…”. Yo no estoy de acuerdo: ya no recuerdo cuánto hace que no llueve; creo que desde el otoño y dice mi padre: “Falló la lluvia en la luna llena de setiembre; la primavera va a ser mala y el verano peor”.
Mi hermano aún no ha podido preparar las tierras para la siembra: dio unos surcos y ni rastro de humedad. Menos mal que la cosecha del año pasado fue muy buena y hay abundancia de maíz para las gallinas, los cerdos y algún caballo (dice mamá que son más de 500 gallinas y 30 cerdos); hay abundancia de zapallos y boniatos para el consumo, y porotos para la venta.
La chacrita de avena, sembrada en febrero, está aguantando a duras penas; ponemos solo a las lecheras, una media hora, de tardecita: somos nueve en la casa y la leche es fundamental.
Yo nunca sé si mi madre compró la radio con dinero de sus crochet y el fabro con dinero de huevos, o al revés, hace 2 años. El fabro para hacer sus tejidos en invierno hasta las 10 de la noche: pone un brasero delante de la mesa de luz, el fabro encima y ahí dale que dale a la aguja. Mientras tanto me acuesto con papá y le leo todo el Libro 4º de Lectura de Abadie Zarrilli; todas son muy bonitas y creo que le gustan. De vez en cuando me corta la lectura para preguntar o comentar algo; ni él ni mamá fueron a ninguna escuela, pero leen y comprenden todo, y escriben bastante bien.
En cuanto a la radio, solo los informativos: a las 12 del mediodía y a las 8 de la noche, porque estamos de luto: en mayo del año pasado falleció Tata Viejo, el padre de papá, con 97 años. El luto dura dos años: el primero, luto cerrado, al año, medio luto. Tampoco se prende la ortofónica, que era de mi abuelo materno, para escuchar y bailar los discos de Gardel. Bailamos todos, porque somos seis ahora, ya que mi hermana mayor se casó en enero de este año; papá y mamá nos enseñan. Hay un disco de 1917, que en un lado tiene el tango “Mi noche triste” y del otro la ranchera “Martín pescador”.
Yo extraño a mi hermana Preta, porque ella me cuidó desde que nací (soy el décimo). Pasé las vacaciones de primavera con ella, porque ya está esperando su primer hijo, mi primer sobrino. Ella manejaba el fabro, la radio y la ortofónica; ahora lo hace mamá, y tuvo que aprenderlo…
Jesús H. Duarte, maestro.
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