La semana pasada el BCU resolvió incrementar la tasa de interés de referencia de 5,25% a 5,75%, fundamentando la medida en la necesidad de mantener la inflación bajo control, dada la recuperación que observa en la economía.
Resulta difícil entender el razonamiento que lleva a la autoridad monetaria a pensar que subiendo la tasa de interés en pesos va a controlar la inflación. Salvo, claro está, que piensen que tienen las mismas palancas que la Reserva Federal, que con una pequeña variación en la tasa de interés logran alterar el equilibrio de los mercados financieros y el sistema bancario global. ¿Pero a quién afecta esta suba de la tasa de interés? Claramente no beneficia a los deudores en pesos, sobrerepresentados por las pymes, los más afectados por la pandemia. ¿Cómo es posible pensar que vamos a controlar la inflación aumentando el costo financiero a las pymes? ¿No existe otra alternativa? ¿No ayuda esto a la dolarización del crédito?
Claramente esta suba de tasas es una invitación a la especulación, ya que beneficia a los tenedores de títulos en pesos, que ahora obtendrán una mayor remuneración por sus colocaciones, incentivando una venta de dólares que solo puede agravar el atraso cambiario. Como para “acelerar” el proceso de transmisión, el BCU pagó esta semana por Letras de Regulación a 30 días a 6,70%, 1% más que en la subasta de la semana anterior. Teniendo en cuenta que el BCU acumula pasivos remunerados en pesos por US$ 6.500 millones, una suba de tal magnitud aumentaría el costo financiero del BCU en US$ 65 millones por año. ¿Podrá explicar la autoridad monetaria cómo es que eso ayuda a bajar el déficit fiscal o mejorar la competitividad? Queremos pensar que no se trata más de una simple novelería, y que pronto en Diagonal Fabini reflexionarán que los problemas de oferta no se resuelven castigando la demanda con subas de tasas, y que posiblemente la medida agudice aún más el problema que se procura atacar.
Sigfrido Vaz
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