Frente a una pregunta del periodista Bernardo Neustadt sobre el tema de la corrupción, el entonces presidente argentino, Carlos Menem, respondió: “Cuando alguien entra a hablar de honestidad y entra a hablar de moral y de ética, cuando se va… hay que contar los cubiertos”.
La frase me vino a la mente escuchando La Tertulia de este lunes pasado de En Perspectiva. Era un programa que a priori prometía una discusión interesante sobre el proyecto de ley forestal presentado por Cabildo Abierto y vetado por el presidente Lacalle. Esperaba escuchar sólidos argumentos a favor y en contra que permitieran formarse una opinión más redondeada sobre un tema que claramente no termina con la instancia de veto. Sin embargo, me encontré con un coro de diatribas contra Cabildo Abierto, donde se habló de todo salvo de los méritos o deméritos del proyecto.
En un programa que sigo habitualmente y valoro de sobremanera, me dio lástima lo escasa que resultó ser la discusión. En lugar de hablar sobre modelos de país productivo, se derivó en una discusión sobre una libertad que nadie pone en tela de juicio, y que por más esfuerzos publicitarios que se hagan, no es el corazón del tema. Hay que admitir que esto lo advirtió el único panelista que intentó redirigir la discusión hacia lo que es el verdadero centro del tema: qué y dónde deseamos producir como país. Las intervenciones del resto fueron desde el panfletario y nervioso discurso del personero del complejo celulósico-forestal –tal participante de un concurso televisivo que se juega el premio–, hasta la ya habitual y aburrida advertencia sobre la “peligrosidad de Cabildo” por parte del representante de ese emergente batllismo caviar en el que va transmutando el fracasado proyecto político de Talvi. Pasando por el participante que intentó de forma algo confusa vincular la visión de Cabildo Abierto en el tema forestal con su reivindicación de la herencia hispánica y la celebración del 12 de octubre. La biblia y el calefón.
Pero lo que sí me pareció completamente fuera de lugar fue la agresión gratuita al economista Eduardo Ache, de los pocos formadores de opinión que han contribuido a “bajar el discurso a tierra” y hacerlo entendible para la ciudadanía en general. Quizás ese sea el imperdonable pecado que el mandatado por UPM se sintió en la necesidad de expiar, escondiendo sus intereses mercantiles en superiores detrás del biombo decorado con los valores republicanos que nadie parece cuestionar. Bien corresponde tomar los cuidados y las recomendaciones efectuados por el expresidente Menem.
Sigfrido Vaz
TE PUEDE INTERESAR