Si pensamos en los comercios y negocios que se encuentran en la ciudad, podríamos decir que para que estos prosperen, los costos deben ser lo más bajo posible y la facturación lo más alta posible, de manera que la diferencia entre ambos sea atractiva para el inversor. Por ejemplo, en una frutería sería bueno comprar la fruta y verdura barata, tener poco desperdicio, mano de obra suficiente para la escala y pagar un alquiler acorde a la facturación. O un restorán donde el número de cubiertos por día es vital para el negocio, pero también la cantidad de empleados, cuanto es el costo de los alimentos crudos y procesados entre otros. Inclusive en la economía familiar esto de cuantificar bien los costos es importante, ya que cuando uno gasta más de lo que gana queda debiendo, y si no lo revierte rápidamente el problema es cada vez peor.
El sector agropecuario no es ajeno a esta realidad, por lo que si los costos de producción son más elevados que la facturación (granos, carne, lana, etc.), o los servicios que presta el productor (siembra cosecha, enfardado), el margen es negativo y el negocio se complica. Si pensamos en agricultura, es imposible producir granos sin una correcta preparación del suelo, una correcta elección de variedad y un exhaustivo monitoreo del cultivo, donde se presentan innumerables problemas que deben ser corregidos lo más rápido posible. En la producción animal, debemos pensar en cómo alimentar, cuidar la sanidad, esquilarlos si el rubro es el ovino y pensar en el recambio de individuos del plantel entre otros.
Por todo esto es que los valores de los productos agropecuarios son indicadores parciales de la rentabilidad, y cuando escuchamos a algunos dirigentes, medios de comunicación, o en el boliche de la esquina decir “ahora que los commodities valen los empresarios del campo van a ganar mucha plata”, se está teniendo en cuanta solo una parte del negocio. Es por esto que aseveraciones de este tipo generan recelos en quienes conocen el rubro. No hay que olvidar que el productor agropecuario necesita afrontar diversos costos y manejar un montón de variables que componen una ecuación dinámica, la que muchas veces es positiva y muchas negativa, y cuando se gasta más de lo que se factura, este negocio como cualquier otro da pérdidas. Y aunque parezca difícil de entender, este asunto de simplificar un análisis de negocio de manera tan grosera, genera para el productor agropecuario mucho malestar, ya que estos empresarios afrontan un negocio de mucha incertidumbre donde se invierte durante todo el ciclo productivo en insumos, laboreos y rentas y se espera que el clima corra bien para poder cosechar algún día.
Sin duda una actividad en la cual se invierte todos los años, que siempre da revancha y donde se necesita tener esperanza, números claros y planificar sobre varios supuestos.
Que la soja valga 500 dólares por tonelada o la colza 700 dólares por tonelada no quiere decir nada en sí, solo números que impactan a quienes no conocen el negocio y hacen multiplicaciones en el aire que distan mucho de la realidad del sector. ¡No todo lo que brilla es oro!
Ing. Agr. Gonzalo Silva Paradiso
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