El liberalismo político ha sido el sustento que determinó que nuestra Nación adoptara para su gobierno la forma democrática republicana.
Pero la democracia, por sí sola, no es suficiente y capaz de darle el bienestar a sus ciudadanos. Obviamente el bienestar facilita la democracia, pues cuanto más próspero sea un país más seguro será su régimen democrático.
Democracias empobrecidas
Sin embargo, como dice el sociólogo italiano Giovanni Sartori, hay democracias empobrecidas y cita a India –el país más poblado del mundo después de China– y, para nuestra sorpresa, a Uruguay con sus apenas tres millones y medio de habitantes, que en un sistema de mercado ha sido un disipador de su riqueza (Teoría Política pág. 88).
Es evidente que los regímenes autoritarios de economía planificada, como la URSS que implosionó antes de cumplirse un siglo de su famosa Revolución de Octubre y Cuba que se desploma invadida por la miseria, nos demuestran que la falta del “estímulo material” hace inviable la prosperidad económica.
Hoy, en el umbral de transformarse en la primera potencia del mundo, China vuelve a reconvertirse en una versión moderna de lo que fuera el vigoroso Imperio del Dragón –antes de Marco Polo y después de Marco Polo–, que hasta finales de siglo XVIII la posicionó como la nación con el mayor PBI del mundo, dejando atrás la pesadilla de la feroz dictadura comenzada en la década del 60 con la llamada Revolución Cultural de Mao. Pero debemos de recordar que Rusia hizo primero la reforma política y al eliminar los centros de poder, perdió su integridad territorial y cayó su economía en la dispersión más absoluta. China, en cambio, con su concepto bíblico del tiempo y la capacidad de su dirigencia, mantuvo su régimen político y abrió la economía al mercado, con resultados muy exitosos que están a la vista.
En Chile, por otro lado, se promovió en democracia bajo el gobierno de Salvador Allende una experiencia colectivista en la que las entregas de las industrias, fundos, viñedos y fábricas a los sindicatos obreros terminó en un desastre de ineficiencia y corrupción, cuyas protestas dieron lugar a los famosos “caceroleos” que se iniciaron contra el propio Allende, antes del golpe de Pinochet. Esta experiencia dejó en evidencia que sin un gobierno autoritario el colectivismo dura casi nada.
Economía del conocimiento y de la ciencia
Ahora, imitando a países del primer mundo, se proyecta para nuestro medio la economía del conocimiento y de la ciencia para el futuro más próximo. Estamos de acuerdo, aunque pensamos que primero hay que poner la casa en orden.
Venimos de 15 años de gobierno “progresista” en el que la influencia electoral y política determinó la designación de cargos de importancia a personas carentes de formación y capacidad para desempeñarlos. Así se antepuso el consumo a la producción, el gasto abusivo al ahorro, el despilfarro a la austeridad, el acomodo al esfuerzo, la aventura empresarial del capricho al fundado proyecto de inversión.
Tuvimos entonces la quiebra de ANCAP, el fallido intento de recuperar una PLUNA fundida que costó decenas de millones de dólares, la vergüenza de los 100 millones de dólares que se gastaron en el proceso de la regasificadora –un proyecto de un país que no tiene ni gas ni petróleo, para venderle a Argentina que sí tiene petróleo y exporta gas–, el disparate de las “velitas al socialismo” en Envidrio, Pressur, Cotrapay, Urutransfor, Alas U, Funsacoop, Cooperativa Obreros Empalme Olmos, etc., asistidas con créditos millonarios para ser entregadas a una autogestión sindical que las volvió a fundir y nunca devolvió ni uno de los préstamos recibidos.
El nuevo gobierno, antes de recomponer una economía que deberá volver a ser productiva y mejorar, sumando valor agregado a sus rubros tradicionalmente exportables, debe afrontar las dificultades que nos impuso la pandemia como principal preocupación. En especial Cabildo Abierto ha presentado proyectos para aminorar el impacto negativo en los sectores más vulnerables, promoviendo la ayuda a las pequeñas y medianas empresas (pymes), la supresión de la usura, el empleo sustentable, la protección de la minoridad abandonada, la dilación de los desalojos, la facilitación del pago del endeudamiento de los simples ciudadanos no comerciantes, la entrega de viviendas dignas, ahora perturbada por la intromisión de la justicia que se mete indebidamente en la usurpación de funciones de típica naturaleza administrativa.
Pero no es solo la materia económica la que merece una inmediata reconducción, sino también el criterio con que se maneja la función pública y los principios y valores que se deben recuperar. Si desde arriba viene el ejemplo de un presidente que designa en un alto cargo al incompetente de su hermano y cierra el Río San Juan para su uso exclusivo en excursiones de pesca, y el propio secretario de la Presidencia, Dr. Miguel Toma, cobra dos o tres sueldos del Estado y es un turista “VIP” en vuelos y hoteles de primera con los dineros de los contribuyentes, habrá que empezar de nuevo.
Habrá de recordar que el funcionario existe para la función y no la función para el funcionario, como dice el art. 59 de la Constitución. Y que en los cargos políticos se asume para servir al Estado y no para servirse del Estado, como ha sido el ejemplo de estos últimos años.
Entonces podremos promover una economía del conocimiento y de la ciencia, en los plazos que lejos de ser fijados por el calendario, los habrá de fijar nuestro esfuerzo, simple, honesto e inteligente.
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