Digámoslo directamente, ab initio como dicen los juristas: Cabildo Abierto es el único partido político que defiende el derecho a la vida, oponiéndose en forma tajante a la “interrupción del embarazo”, eufemismo para no decir aborto. Ese aborto que constituye la forma más cobarde, criminal y repugnante de los delitos, esté penado o no (si no lo estuviera es la mayor inmoralidad que puede efectuar un ser humano) y Uruguay, lamentablemente, no es la excepción de esta práctica macabra. Con un agregado: que es un atentado asimismo a nuestra bajísima natalidad y que de seguir así probablemente antes del año 2050 comencemos a tener menos habitantes. Pero a pocos parece importarle. Cuentan más los votos de un sector de la población que no desea tener hijos para que toda otra consideración sea arrojada por la borda. Los votos, siempre los votos, el supuesto sanatutti que invade las almas, como si colocar una hoja de votación dentro de un sobre supone realizar todo, absolutamente todo, no importando la naturaleza, los principios filosóficos, la ética, en fin, todo lo que la civilización occidental y cristiana ha dado al mundo desde hace dos mil años, algo que, dígase lo que se diga, ninguna otra ha logrado y esta afirmación no pretende ser ofensiva hacia nadie sino que solamente constata una realidad.
Pues bien, Cabildo Abierto se ha plantado en contra de esa terrible decadencia, en contra de quienes desean destruir la vida y lo ha hecho en forma muy clara, siendo el partido contra el aborto, por lo menos entre los principales, ya que de algunos extremadamente minoritarios –nobleza obliga– quien esto escribe ignora sus posiciones. ¿Cuál es la consecuencia de toda esta situación? Básicamente, que quienes creen en las virtudes de nuestra civilización tienen un camino muy marcado en defensa de esta y el próximo 27 de octubre accederán a la posibilidad de demostrarlo. No importa si son pocos o muchos (algo más de los que dicen algunas encuestas) pero sí que son los mejores. Se hace camino al andar y Cabildo Abierto no es la excepción, máxime tratándose de un partido nuevo, sin flujo de importantes capitales para su publicidad y con los errores propios de la juventud.
La mesa está servida.
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