He seguido con atención la información periodística referida al Sr. Pablo Sitjar, hoy director del BROU. Ya por el mes de setiembre del año pasado, una agrupación de AEBU lo señalaba en un volante, recogido rápidamente en un artículo de Búsqueda, por recorrer el interior visitando clientes, “presionar” a los servicios del banco y otras acciones que daría la impresión son parte de la tarea de un director de una institución tan importante para el país como lo es el BROU. Más en la situación actual.
La semana pasada AEBU emitió una declaración en la que pide la renuncia del citado director, aduciendo incompatibilidades inexistentes y acusándolo de intentar desviar la atención hacia “otras cuestiones”. Personalmente, creo que es muy saludable la reaparición de AEBU en la discusión pública, un testigo privilegiado y silencioso de la entrega del negocio del BROU a la banca privada durante 15 años. Aprovecho la oportunidad para preguntar humildemente a AEBU si entre esas “otras cuestiones” se encuentran los anormales movimientos de dólares en efectivo que pasaban por el BROU y que llegaron a representar el equivalente a 2000 valijas de Antonini Wilson por año, o más de 5 por día. ¿Dónde estaba AEBU?
¿Dónde se encontraba AEBU para denunciar los faltantes de oro que se habían ya detectado en la época de Calloia, pero que hasta el día de hoy no se han dilucidado?
¿Pidió AEBU investigar al Sr. Zerpa Delgado, expresidente de Bandes Uruguay y de Integración AFAP luego que el Tesoro de los EE.UU. lo acusara de participar en un esquema de corrupción que permitió robar 11.000 millones de dólares a PDVSA? Zerpa Delgado era el vicepresidente de finanzas de PDVSA al mismo tiempo que dirigía el Bandes local. Paradojalmente, meses antes de ser sancionado, este personaje pasó “sin objeciones” todos los filtros del BCU. ¿Denunció esto AEBU en algún momento? ¿No le preocupa que como resultado fue sancionado internacionalmente el Bandes Uruguay? ¿Será consciente AEBU que con estas maniobras se puso en riesgo al sistema uruguayo?
En fin, esto me recuerda a las historias del Banco Comercial y Banco de Montevideo, en que nadie sabía nada hasta que fue demasiado tarde. A los uruguayos nos cuesta aprender. Mientras tanto los “maduritos” locales pretenden distraer la atención con fuegos artificiales.
Rubens Guevara
CI 1.083.205-1
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