Cuando son varios los temas que acuden al interés de la gente, solo es posible abordarlos en un ligero pantallazo.
En primer lugar, se destaca el discurso del presidente doctor Luis Lacalle Pou ante la Asamblea General dando cuenta en forma detallada de su gestión y “haciéndose cargo”, como le gusta decir, en un estilo que difiere totalmente del de su antecesor inmediato, el doctor Tabaré Vázquez. Hizo la defensa de la LUC, como corresponde por haber sido el instrumento jurídico y político que usó su gobierno y cuyo contenido amplió la libertad de los ciudadanos en varios aspectos, lo que no puede discutirse. La cerrada oposición que tuvo, debiendo ser sometida a un plebiscito que ratificó el pueblo y la permanente crítica que recibió durante toda su gestión, que fue implacable y sin pausas, debió haber influido en su espíritu, ya que omitió toda crítica a Thomas Hobbes, como había incluido en su discurso de asunción de mando. Nos parece acertado, pues la historia ha demostrado en forma evidente que el contractualismo de Hobbes, al partir de un hombre mezquino, insolidario y egoísta, es mucho más real que la utopía roussoniana del buen salvaje.
En segundo lugar, y bajando a los chisporroteos de la comarca, ya desatada la campaña electoral, tanto en lo nacional como en la interna partidaria. Se puede observar que asoman fuertes luchas dentro de los partidos y entre en sus fracciones, y va asomando un duro estilo confrontativo que obedece a la clara concepción de dos modelos distintos de país y dos enfoques diferentes sobre el quehacer político.
No contribuye poco a su intensificación los anuncios que las empresas que miden la opinión pública formularon recientemente, publicando sus resultados. En la semana pasada, salió Cifra a darle un 47 por ciento de intención de voto al Frente Amplio y un 41 por ciento a la suma de los integrantes de la coalición de gobierno. Las técnicas de muestreo, el número de consultas, la manera de efectuarlas, la formulación de las preguntas, la zona, las edades, la educación de los consultados, no son los mismos de empresa a empresa.
Es difícil aceptar que Cifra le conceda el 47 por ciento al FA y solo seis al Partido Colorado, dos a Cabildo Abierto y uno por ciento al Partido Independiente. Más aún si los resultados de la medición de Opción en los mismos días arrojan un resultado de apoyos tan similares y equivalentes para los dos bloques que hacen incierto el resultado de la elección.
Salvo que se pretexte el llamado “efecto de arrastre”, entendemos que el Partido Colorado no tiene por qué haber perdido más de la mitad de su electorado, que la buena gestión del ministro Mieres en su cartera tiene que haber ya mejorado notoriamente el apoyo a los independientes, y en el caso de Cabildo Abierto, que ha recibido embates de todo tipo y color, sin duda va a mantener un respaldo muy superior al que anuncia la empresa Cifra.
Sin negar a ninguna encuestadora su profesionalismo, resultados tan distintos en el mismo momento de recolección de datos siembran el desconcierto y no contribuyen al mayor prestigio y credibilidad de estas empresas, que en Argentina, por ejemplo, se han equivocado groseramente.
A nadie se le oculta que temas de campaña serán el archivo de la denuncia del Antel Arena; el caso de Pluna, reflotado por un fallo que condena a los contribuyentes uruguayos a pagar sesenta millones de dólares más por errores de Mujica señalados en la propia sentencia; la inclusión de Uruguay en una investigación de la Justicia de los Estados Unidos por una denuncia del pago de coimas por la operadora Trafigura, que contrató nuestra Ancap de la época de Sendic; y el cuestionamiento que se formula a diario sobre la actuación del sistema judicial, regido por las tres leyes aprobadas a iniciativa del Frente Amplio para galvanizar su influencia, que son el nuevo y pésimo Código del Proceso Penal, la inconstitucional creación de un servicio descentralizado con la Fiscalía de Corte, que sigue vacante por el mero antojo de mantener la favorable situación actual de los frenteamplistas, y las “Instrucciones Generales” sancionadas por la Ley 19.843 como instrumento de presión sicológica sobre los fiscales. Sin modificar esa legislación, es imposible esperar una mejora.
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