El agua dulce es un recurso fundamental, una parte integral de todas las actividades ecológicas y sociales, como la producción de alimentos y energía, el transporte, la eliminación de residuos, el desarrollo industrial y la salud humana. Pero los recursos de agua dulce están distribuidos de forma desigual e irregular, y algunas regiones del mundo sufren una gran escasez de agua. A medida que nos acercamos al siglo XXI, el agua y los sistemas de suministro de agua serán cada vez más objetivos de acciones militares e instrumentos de guerra, ya que la población humana crece, con la mejora del nivel de vida aumenta la demanda de agua dulce, y el cambio climático global hace que el suministro y la demanda de agua sean más problemáticos e inestables.
Hay una larga historia de disputas relacionadas con el agua, desde conflictos por el acceso a las fuentes de agua hasta ataques intencionados a los sistemas de agua durante las guerras. El agua y los sistemas de abastecimiento de agua han sido las raíces y los instrumentos de la guerra. Accesos a suministros de agua compartidos han sido interrumpidos por razones políticas y militares. Las fuentes de suministro de agua han sido uno de los objetivos del expansionismo militar. Y las desigualdades en la utilización del agua han sido fuente de fricciones y tensiones regionales e internacionales. Estos conflictos continuarán –y en algunos lugares se intensificarán– a medida que las poblaciones crecientes demanden más agua para el desarrollo agrícola, industrial y económico.
El análisis académico reciente de la seguridad internacional se ha centrado en la “geopolítica” o la “realpolitik”, que hace hincapié en el concepto de las políticas de poder como raíz del conflicto. Incluso a este nivel de análisis, se reconoce el papel de los recursos como objetivo de la acción militar, si estos fueran un factor definitorio del poder de una nación. El afán por poseer o controlar el petróleo de otro país ha sido objetivo de la acción militar en el siglo XX, por ejemplo, las acciones japonesas en la Segunda Guerra Mundial, el conflicto por las Islas Malvinas y la reciente Guerra del Golfo Pérsico. Aunque los recursos no renovables, como el petróleo y otros minerales, suelen ser el centro de atención de los análisis tradicionales de seguridad internacional, incluso el agua puede encajar en este marco si proporciona una fuente de fuerza económica o política. En estas condiciones, garantizar el acceso al agua ofrece una justificación para ir a la guerra, de modo que los sistemas de abastecimiento de agua pueden convertirse en un objetivo de conquista militar.
Cada vez se producen más tensiones entre las naciones ricas y pobres como resultado de la desigual distribución y uso de los recursos. Si bien los politólogos que estudian la relación entre los recursos y los conflictos entre Estados han puesto mucha atención en los recursos minerales no renovables –como los metales raros y el petróleo–, algunos recursos renovables–como el agua– sufren también de una marcada mala distribución y pueden implicar riesgos similares para la paz internacional. A diferencia de los metales raros, el agua es bastante difícil de redistribuir económicamente. Y, a diferencia del petróleo, el agua no tiene sustitutos.
Peter H. Gleick, en “Agua y conflicto: recursos de agua dulce y seguridad internacional”, International Security (1993)
“Embotellada y vendida: la historia detrás de nuestra obsesión con el agua embotellada”, libro publicado por Peter Gleick (2011)
“En los últimos años, graves sequías en India e Irán han provocado un gran aumento de los conflictos por el acceso al agua para riego y para uso doméstico, así como manifestaciones contra los desvíos de agua desde una comunidad hacia otra. La violencia y la guerra entre Rusia y Ucrania, que se agravaron en 2014 y volvieron a expandirse con la invasión rusa de hace pocas semanas, han incluido ataques a los sistemas de agua civiles y el uso del agua como arma. Las crecientes presiones demográficas, combinadas con el empeoramiento de los conflictos étnicos y religiosos en el África subsahariana, siguen provocando cientos de muertes al año entre pastores y agricultores como consecuencia de la violencia en torno a los escasos recursos hídricos. Y los sistemas computarizados para la gestión del agua son objeto de cada vez más ciberataques que amenazan la seguridad, calidad y fiabilidad del agua. El agua dulce es un recurso vital, necesario para todos los aspectos de un futuro sostenible, incluida la satisfacción de las necesidades humanas básicas y de los ecosistemas y el suministro de los bienes y servicios que todas las sociedades desean. A menos que se busquen y apliquen estrategias para superar los conflictos por el agua y avanzar hacia la cooperación en esta materia, parece probable que siga aumentando la violencia asociada a los recursos de agua dulce”.
Peter H. Gleick, en blog del Pacific Institute (Marzo, 2022)
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