Como expresamos en un artículo anterior, la prensa nos informa de un nuevo documento del FA sobre el análisis de la derrota que ensaya una tibia autocrítica.
Se alude a una “inconsistencia estratégica”, término por demás impreciso y ambiguo, y a múltiples causas, como el retroceso político e ideológico, a las contradicciones y cuestionamientos internos, a las deserciones, a un déficit comunicacional para difundir los importantes logros obtenidos, a un actuar para la gente, pero sin la gente, a la distancia con el agro y el alejamiento de la clase media.
Sin rechazar la posibilidad de que las razones enunciadas hayan influido en la pérdida de adhesiones, esas han sido las opciones que libremente han adoptado los dirigentes frenteamplistas.
Pero olvidan tres características que han signado sus gobiernos y que son: la utilización visible del manejo del Estado como principal instrumento de captación de apoyo electoral, la designación para cargos de importancia en los órganos de gobierno de personas sin la capacidad adecuada de dirección y de gestión, y el avasallamiento de los límites legales y constitucionales realizados bajo el amparo de las mayorías obtenidas.
Esas desviaciones, llevaron a que la situación del país que entregaron a la coalición triunfante estuviera afectado doblemente: por un lado, un innegable descaecimiento institucional y, por otro, una economía débil por sus resultados deficitarios y su muy alto nivel de endeudamiento.
Descaecimiento institucional
Cuando hablamos del descaecimiento institucional es porque advertimos: 1) las sistemáticas observaciones del Tribunal de Cuentas a los contratos y licitaciones, sometidos a su consideración y siempre desatendidas. 2) La designación como fiscal de corte (aunque provisoria) a la Dra. Guianze sin la mayoría requerida por la Constitución. 3) La conversión de la Fiscalía de Corte en un Servicio descentralizado, contrariando el texto expreso de la Carta Magna que reserva esa naturaleza jurídica para el dominio comercial o industrial del Estado. 4) La millonaria inversión en el Antel Arena, finalidad totalmente ajena a la propia y natural competencia del organismo y de un costo inexplicablemente desmedido. 5) La rigurosa selección por afinidad partidaria y/o nepotismo para los cuadros de ingreso a la Administración Pública. 6) La orientación del crédito en el BROU por amiguismo, como en el caso de Fripur que resultó incobrable, o en aventuras comerciales con inmensas pérdidas como el complejoDiamantis, o el remate y costosísimo aval de Pluna. 7) La condonación de la deuda de Cuba y la “velita al socialismo” por simpatías ideológicas, siempre con el dinero de los contribuyentes. 8) La dirección de la publicidad estatal claramente desbalanceada en beneficio de los afines políticos y el “sponsoreo” de artistas amigos. 9) El mantenimiento a pérdida constante de empresas y sociedades de las que con capital estatal funcionan en el derecho privado y son superfluas e innecesarias. 10) Descontrol en el gasto público, contratación innecesaria de profesionales y auditorías, otorgamiento de tarjetas de crédito a funcionarios para gastos que paga el Estado, compra innecesaria de un avión presidencial a un rico empresario que embolsó un millón de dólares, mientras hay gente durmiendo en la calle. 11) Los paradigmáticos casos de la quiebra de Ancap, de Pluna y Alas U., y los fracasados emprendimientos como Gas Sayago, Aratirí, Puerto de Aguas Profundas y los “negocios” con Venezuela.
En resumen: para nada hemos visto aceptar una “mea culpa” en todos estos aspectos, que han soportado sufrientes todos los uruguayos. Mientras, esperamos el resultado de las auditorías.
Como verdaderos enemigos del gobierno, de la democracia y del país, se están comportando -en estos dramáticos momentos de pandemia- en los cultores de la grieta, quienes no han dado tregua ni descanso a su propósito de hacer paros, huelgas, marchas de protesta en apoyo de sus reclamos, y hasta anuncian plebiscitos. Señores frenteamplistas, una dura y sincera autocrítica, los llevaría sin esfuerzo a la única conclusión verdadera: se acabaron los altos precios de nuestras exportaciones y la renta diferencial de la tierra no alcanza para el gasto excesivo, el costo inmenso de los errores de gestión y las franquicias y corruptelas que llevaron a la quiebra a empresas públicas como son Ancap, Pluna, Alas U. y las otras empresas y sociedades que dan pérdidas siempre.
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