Hay frases que quedan grabadas en la memoria de los pueblos y sobre todo aquellas que suponen un mandato ético. En ese sentido: “Podremos meter la pata pero no la mano en la lata”, del Dr. Vázquez y “Si es de izquierda no es corrupto”, de su vicepresidente Sendic constituyen un todo armónico que resume breve y sustantivamente el deber ser de la conducta en la vida.
Como la realidad tiene la mala costumbre de contrariar la teoría, algunos hechos parecen empeñados en refutar esos ideales. No es necesario recordar las irregularidades de los gobernantes frentistas, ni de insistir en que el propio Sendic se vio en la necesidad de renunciar a su cargo.
Pero la cultura progre, que si puede ser acusada de algo no es precisamente de ingenua, tiene siempre a mano ingeniosos recursos. El diccionario define la palabra eufemismo como: “Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”.
La corrección política termina siendo la omisión lisa y llana de determinados temas o la sustitución de términos duros o malsonantes, a veces por sinónimos y otras no tanto. Además, los vocablos se aplican siguiendo las mismas pautas: inclusivo no quiere decir siempre inclusivo. “Lenguaje inclusivo” no es el que permite comunicarse con sordomudos. “Autopercibirse”…, en fin…
Meter “la mano en la lata” o “corrupto” son expresiones -que según algún otro manual progre para consumo a bordo- deben aplicarse solamente a los no alineados. Es decir a los no izquierdistas, o para mejor comprender, “fachos”, categoría que engloba a todos los que no tienen en su mente o camiseta la cara del Che Guevara.
A veces el compañero se equivoca y otras se olvida. El Cr. Astori se olvidó de pagar los aportes de veinte años de su secretaria en el Senado. A veces, la edad juega esas malas pasadas. Ahora, otro senador de la república, el camarada Andrade, se olvidó de pagar los tributos de una casa de su propiedad en San Luis. ¿No fue Proudhon quien dijo que “la propiedad es un robo”?
En sus descargos, Andrade dice que cuando integró el panel del programa de TV Todas las voces, donó cientos de miles de pesos que había ganado en ese programa, a una Fundación del Sunca. Generoso con la plata ajena, eligió a sus camaradas antes que a la comunidad porque ese dinero debió dirigirse al pago de los tributos adeudados.
Como no puede hablarse de desmemoria, cabría la otra: “el camarada se equivocó”. Aunque tiene su variente delta, mucho más peligrosa por cierto: apoyar al camarada haga lo que haga. La intendente de Montevideo, verbigracia, con su twitt absolutorio.
Veremos cómo termina esta historia, si se toman medidas o corre aquello de “portate bien Trompita…”.
Gerardo Ramos
TE PUEDE INTERESAR