Quizás no en cuerpo presente (al momento en que se escriben estas líneas). Pero sí y sin duda ninguna, sus efectos. Es el contrapeso no deseado de un mundo globalizado. Llegan las buenas y malas novedades. Desde sus comienzos en África, el ser humano no ha parado de andar. Luego de África, caminó, navegó y voló por Mesopotamia, Oriente, Europa, América, Oceanía y todo recóndito lugar del planeta.
El coronavirus es una buena metáfora de esa globalización. Ni siquiera quienes levantan murallas de piedra o comerciales y arancelarias, étnicas o ideológicas, lograrán permanecer ajenos a esta realidad del presente humano.
Basta observar ya sus efectos devastadores a lo largo y ancho de los mercados internacionales, la caída brutal de las Bolsas, el inmenso golpe que reciben las empresas nacionales e internacionales. En especial aquellas relacionadas al movimiento de las personas: aerolíneas, turismo, restaurantes, hoteles. Pero también las materias primas: carnes, soja, cereales, leche, petróleo, metales, madera, celulosa y un largo etcétera.
Es un problema sanitario y económico. Será seguramente un problema pasajero y deseamos que acotado en el tiempo. Pero quien subestime la realidad pagará con dureza su error.
Serán necesarias medidas inteligentes, algunas de ellas financieras y otras de estímulo a través de exoneraciones fiscales y reintegros. Está en juego la columna vertebral, el andamiaje de la producción nacional: primario, industrial, de servicios.
No es cosa buena para el Gobierno que recién asume. Exigirá inteligencia, previsión, dinámica, fuerza y criterio para comandar la nave en tiempo de tormenta. En suma, una excelente prueba de sus capacidades organizativas y de respuesta.
También habrá que proveer con rapidez a los sectores más golpeados (muchos de ellos ya en estado reservado de antemano y por razones conocidas). ¿Hay que mencionar a los arroceros, al sector lácteo, a los apicultores, a los agricultores que sufren una incipiente sequía y caída de precios, a la golpeada industria frigorífica, al turismo, por citar algunos? Serán necesarias medidas inteligentes, algunas de ellas financieras y otras de estímulo a través de exoneraciones fiscales y reintegros. Está en juego la columna vertebral, el andamiaje de la producción nacional: primario, industrial, de servicios.
Pero en definitiva hay que defender “con el cuchillo entre los dientes” al trabajo nacional, a la gente de a pie, ya suficientemente golpeada por el desempleo y el ingreso reducido.
Como se defenderá a los jubilados, populoso sector de nuestra sociedad que vive la constante amenaza de reducción de ingresos y quiebre de las instituciones previsionales.
Es decir, el coronavirus será el primer examen del alumno recién ingresado. No se puede fallar: se debe exonerar con buena nota y la bendición del pueblo.
*Ingeniero Agrónomo