“Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”
Albert Einstein
Los mensajes que se transmiten en todos los ámbitos en la vida de los individuos y en particular en la vida educativa tienen consecuencias en las creencias que los sujetos tienen de sí mismos. Esto es lo que conocemos como el efecto Pigmalión. El nombre surge de la mitología griega, que cuenta la historia de Pigmalión, un talentoso escultor que se enamoró de una de sus esculturas, a la que llamó Galatea. Tan fuerte era el amor que el artista le tenía a la hermosa piedra que había labrado con sus propias manos, que Afrodita, la diosa del amor, le concedió a Galatea vida humana. Pigmalión terminó por casarse con ella e incluso se dice que tuvo una hija. Esta leyenda muestra varias cosas que tienen que ver con el amor, con la imaginación, con el poder de los dioses griegos, pero lo principal que muestra es cómo un deseo tan ferviente puede convertirse en realidad.
Algo similar a este encantamiento sucede con los niños en un aula, o con los hijos de ciertos padres cuando los condicionamientos verbales de una poderosa figura de referencia hacia otro terminan modelando las creencias y comportamientos del destinatario. Si el mismo efecto se da ya no por instigación de otro, sino en función de las expectativas propias, hablamos, para seguir con la historia que narra el mito, del efecto Galatea. En ambos casos nos enfrentamos a una operación que modifica y marca conductas y que instala creencias.
Profecías autocumplidas
Según lo han establecido numerosos estudios de orden neurobiológico, esto tiene lugar porque nuestro sistema límbico (cerebro emocional) acelera la velocidad del pensamiento y aumenta la eficacia y eficiencia de la respuesta. Si una persona que nos importa tiene una opinión negativa sobre nosotros o si forjamos creencias sobre nosotros mismos que son negativas, entonces va a suceder algo inverso, es decir, el sistema límbico se activará, pero en favor de una respuesta equivocada o lenta. Se ha conseguido registrar y verificar que la creencia de una persona en otra tiene el potencial de influir en sus propias creencias, conductas y también fuertemente en su rendimiento.
A través de diversos experimentos el psicólogo Robert Rosenthal, que dedicó parte de su vida al estudio de las profecías autocumplidas, pudo comprobar cómo opera este efecto. Se ha visto cómo en grupos en que los los docentes iban predispuestos de una forma negativa respecto del rendimiento potencial de la clase, generalmente la profecía se cumplía: resultaba que el grupo fatalmente no rendía de acuerdo a lo que se le había pedido. Y, esto es lo interesante, también ocurrió a la inversa, dado que las creencias positivas, cuando se hicieron patentes, tuvieron un gran efecto en las creencias del grupo acerca de sus mejores posibilidades.
¿Cuál es la enseñanza de estas experiencias? Algo que debería estar presente todo el tiempo en quienes tienen responsabilidades con niños y jóvenes: el adulto, ya sea el padre, la madre o el cuidador de un niño o un docente, debe ser muy cuidadoso con el mensaje que transmite ya sea directa o indirectamente. Puede estar haciendo mucho bien o mucho mal, sin darse cuenta, sin quererlo expresamente.
Tengamos presente que el cerebro es muy crédulo, se toma en serio todo lo que le decimos, y si nos repetimos lo que otro nos dice, podemos proyectar sistemáticamente una respuesta en función de esos mensajes. Es por esto que el educador debe ser muy atento y cuidadoso para evitar el sesgo de opinión por los dichos, prejuicios o rumores respecto de algún grupo o alumno, si no quiere malograr su búsqueda de los mejores resultados en su misión.
Volviendo a Pigmalión en su deseable aplicación: es tarea de los educadores –padres, maestros– transferir autoconfianza y autoestima con el objeto de encontrar la mejor versión de cada niño. Tenemos el deber de preguntarnos si no estamos sembrando en nuestros niños fantasmas invalidantes, mensajes que despojen de la fe en sí mismos a quienes tienen el derecho a crecer y afirmarse para ganar su lugar en el mundo.
*Psicóloga y profesora. Especialista en autismo. Mg en dificultades de aprendizaje.
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