En principio pensé titular esta nota “El efecto Trump”. Pero luego vi en Google que hay múltiples “efectos Trump”. Algunos analistas hablan del “efecto Trump” en las tasas de interés, en el comercio con el Nafta o en particular con México. Hay un autor que analiza el efecto de los tuits de Trump en el tipo de cambio en México, y otros que estudian el “efecto Trump” en los mercados emergentes, en las políticas inmigratorias y en el futuro de las guerras en curso.
Afortunadamente, ninguno de los artículos que revisé se refería al tema que me propongo comentar acá: el “efecto Trump” en la libertad de expresión. Creo que la mayor prueba de este “efecto”, son las recientes declaraciones de Mark Zuckerberg, fundador de Facebook: “Es el momento de volver a nuestras raíces en torno a la libertad de expresión en Facebook e Instagram. Empecé a crear redes sociales para dar voz a la gente. […] Los gobiernos y los medios tradicionales de comunicación han presionado para censurar más y más. Muchas de estas acciones son claramente políticas, aunque también hay problemas reales que debemos tomar en serio, como drogas, terrorismo y explotación infantil. […] Hemos llegado a un punto donde (gracias a ciertos sistemas que fueron creados para moderar contenidos) hay demasiados errores y demasiada censura. Las recientes elecciones también parecen marcar un punto de inflexión cultural hacia priorizar nuevamente la libre expresión. Por eso, vamos a volver a nuestras raíces enfocándonos en reducir errores, simplificar nuestras políticas y restaurar la libre expresión en nuestras plataformas”.
A continuación, Zuckerberg expone su plan, que consiste en:
1. “Reemplazar los verificadores de datos con notas comunitarias”, porque los primeros “han resultado ser demasiado políticamente sesgados y han destruido más confianza de la que han generado”.
2. “Simplificar nuestras políticas de contenido”, pues “lo que comenzó como un movimiento para ser más inclusivos ha sido utilizado para silenciar opiniones y excluir personas con ideas diferentes. Esto ha ido demasiado lejos. Queremos garantizar que las personas puedan compartir sus creencias y experiencias en nuestras plataformas”.
3. “Cambiar la forma en que aplicamos nuestras políticas” con el objetivo de “reducir los errores de censura”. A tales efectos, “en lugar de usar filtros que escanean en busca de cualquier violación de políticas, los enfocaremos en contenido ilegal y de alta gravedad. […] Esto reducirá drásticamente la censura innecesaria y nos aseguraremos de que los filtros solo actúen con mayor confianza antes de eliminar contenido”.
4. “Reintroducir contenido cívico y político”.
5. “Reubicar los equipos de confianza y seguridad fuera de California. Trasladaremos nuestros equipos de moderación de contenido basados en Estados Unidos a Texas”, porque “trabajar en lugares con menos preocupaciones sobre sesgos ayudará a generar más confianza”.
6. “Colaborar con el gobierno de EE. UU. para defender la libre expresión a nivel global” y para “contrarrestar las presiones de gobiernos que atacan a empresas estadounidenses y promueven la censura”.
“En conclusión, es momento de enfocarnos menos en eliminar contenido y más en reducir errores, simplificar nuestros sistemas y recuperar nuestras raíces de dar voz a las personas”.
En suma, Zuckerberg denuncia la brutal presión que ejercen los gobiernos y los medios de comunicación masivos contra de la libertad de expresión. Afirma que la censura es cada vez mayor y tiene una clara intencionalidad política. Y admite que los “verificadores”, por estar políticamente sesgados, han llevado a una gran pérdida de confianza, pues se han utilizado para cancelar opiniones y excluir a personas que no adhieren al pensamiento “único” y “políticamente correcto”. La manifestación de su intención de colaborar con el gobierno de Trump para defender la libertad de expresión es la frutilla de la torta.
Trump, que hasta hace poco se manejaba por Telegram, tiene hoy como aliados en su batalla por la libertad de expresión a los propietarios de dos de las redes sociales más importantes del mundo: Elon Musk (X) y Mark Zuckerberg (Facebook e Instagram). Encima, Disney anunció su intención de abandonar la producción de contenidos altamente ideologizados para volver a enfocarse en el entretenimiento tradicional…
Gracias, Mr. Trump. Si esto sigue así, la “cultura de la cancelación” pronto será historia.
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