Un ejemplo de uruguayés extrema: el mate o la rueda de mate.
Cuando en cualquier parte del mundo ves a una persona con termo y mate en la calle, es seguro que nació en la Banda Oriental del río Uruguay.
Ni los mismos hermanos del Plata se atreven a tan osada muestra de su origen geográfico.
Ellos, los argentinos, son más de matear en la casa, con pava y una yerba con muchos palitos.
En Uruguay para “palito” tenemos a Pereyra, no precisamos más.
En la calle, sin ningún prurito, matean solo los orientales.
¡Cuántas charlas se han desarrollado en la ronda del verde brebaje!
Se han creado estrategias, planificado acciones, acercado diferencias conceptuales y personales.
Acompaña los paseos en la rambla, Prado, playa, fomentando la amistad y el amor.
Tesis, monografías, equipos de estudios, se han desarrollado con el mate en manos de estudiantes, que parecen encontrar las respuestas en el cuenco colmado de las nobles hojas de la yerba mate.
No conozco alguna situación que haya propiciado acciones violentas surgidas de la rueda de mate, ¿podrá haberlas?
Cada sorbo habla de cercanías, afectos, consejos y sugerencias. Propicia el humor, genera amistad, promueve el compartir, el diálogo, intercambio, estimula el respeto.
En estos tiempos pandémicos, la estimulante rueda de un mate compartido se ve afectada y ahora se nos ve a todos o a la mayoría con su propio equipo para matear.
Si habrá que andar con cuidado.
Hoy por hoy en Europa, más precisamente en Madrid donde parece que no entienden de la idiosincrasia uruguaya, una fotografía con los futbolistas de la selección uruguaya de fútbol que posan alrededor de un fogón, sin asado –eso es lo imperdonable- y sin tapabocas y con varios termos y mates, hacen que nos acusen de irresponsables y de no saber cuidarnos y cuidarlos.
Está claro que los uruguayos de la selección, para los clubes europeos, solo son una inversión económica y no seres humanos, con sentimientos y necesidades afectivas, donde compartir una charla después de una jornada dura de viajes y entrenamiento físico forma parte de la preparación para la justa deportiva.
Pero hay una realidad que salta a la vista. No nos estamos cuidando bien.
Es como cuando hace unos años allá en el pueblo, en el Club “Vanguardia”, jugaba la final del campeonato de fútbol contra el “Monserrat”.
Y en el Vanguardia, en su concentración, se hizo un asado para confraternizar y aflojar las tensiones previas a la final.
Rueda de mate previa, con picadita de salamín casero y queso, se juntaron todos con sus correspondientes novias o esposas que eran las que servían la mesa y para variar hacían las ensaladas.
Esa comida y rueda de mate fue más que contraproducente, ya que alguna de las acompañantes vino con una infección de garganta que contagió a todos y no pudieron jugar la final,
El Vanguardia perdió por walkover.
Con el tiempo descubrieron que el enemigo estaba adentro. Una de las novias era la sobrina del presidente del “Monserrat” y fue el vector de contagio.
Ojo, que no nos pase lo mismo, el enemigo está adentro.
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