Después de una lucha nacional que se prolongó durante muchos siglos, tenemos hoy en Irlanda un gobierno propio, cuya autoridad deriva exclusivamente del pueblo irlandés, y es reconocido por Inglaterra y las otras naciones del mundo. A lo largo de esos siglos, con esperanzas y decepciones, el pueblo irlandés luchó por librarse de una potencia extranjera que le impedía ejercer su simple derecho a vivir y a autogobernarse. Una potencia que intentó destruir nuestra nacionalidad e instituciones, que intentó abolir nuestras costumbres y borrar nuestra civilización y todo lo que nos hacía esencialmente irlandeses, todo lo que nos unía como nación. Pero la nacionalidad irlandesa sobrevivió. No pereció cuando nuestro gobierno fue destruido y reemplazado por un despotismo militar extranjero. Y esto fue porque el espíritu nacional no fue creado por ningún gobierno. Al contrario, fue la nación la que dio origen a nuestro anterior gobierno, y es por eso que ningún gobierno extranjero podría destruir el espíritu nacional. Pero aunque sobrevivió, el alma de la nación se debilitó. Sin la protección de un gobierno propio, fuimos expuestos al veneno de las costumbres extranjeras… El éxito llegó por la inspiración que el nuevo movimiento nacional dio al esfuerzo militar y político.
Notas del general Michael Collins como prefacio de su libro “El camino a la libertad” escrito en 1922, meses antes de su asesinato. Collins, un brillante soldado y político, fue una figura central en la independencia de Irlanda.