Todo el fin de semana pasado, muchos medios violaron la veda electoral para imponer sin tapujos el tema “Manini” en la agenda pública. Manini Ríos había enviado previo a la veda, un mensaje de whatsapp dirigido a sus colegas de armas, alertándolos sobre la presencia tramposa de piquetes en la puerta de los cuarteles y en el propio Hospital Central de las Fuerzas Armadas de dos gacebos que no solo invitaban a votar por Martinez sino difundían maliciosas consignas de confrontación entre soldados y clases y entre estos y los oficiales. La clásica consigna dialectizadora de la jerarquía que termina por destruir la indispensable disciplina del cuerpo militar.
En ese video, en tono coloquial, sin proferir agravios, el excomandante del Ejército Nacional, recordaba todos los retrocesos que sufrió la institución armada en esos 4 años que ocupó el cargo. Como argumentando que no se podía a apostar a más de lo mismo…
El domingo pasado, un lindo día primaveral, en una jornada excepcional que hizo honor a nuestras mejores tradiciones cívicas de nuestro país, varios periodistas amanecieron con una pregunta preparada de antemano para ser formulada a todos los entrevistados con que se encontraban. Era tan uniforme la arremetida y con tanta vehemencia organizativa, que no dejaba duda que esta legión de comunicadores había sido mandatada por sus respectivos empleadores, bajo pena de perder el empleo sino la acataban. Escuchamos una y otra vez preguntar “¿qué opina del video de Manini?”, seguido de una serie de opiniones destinadas a influenciar a los oyentes. Información cero, manipulación al máximo.
Luego de saturar a los televidentes con la misma pregunta obsesiva, cuando se conocieron los resultados y el Frente Amplio votó mucho mejor de lo previsto por las encuestadoras, fue necesario ofrecer una explicación.
Si durante el día se produjo la picadura, de noche llegó el anti-ofídico bajo el nombre de “efecto Manini”.
De pronto los sesudos analistas dejaron de preguntarse qué había fallado en las encuestas, y empezaron a ofrecer al público una respuesta pronta para el microondas; como si todo hubiera estado minuciosamente planificado por un estado mayor.
Hubo figuras que se resitieron a repetir como robots la conclusión del silogismo arteramente armado. El expresidente Sanguinetti, entrevistado por En Perspectiva, quitó importancia al “efecto”, pero no obstante ello, los comunicadores siguieron en su búsqueda por instalar el tema en la opinión pública. El periodista Alfonso Lessa, interpelado al día siguiente por Radio Carve (todo forma parte de un orden de batalla) llegó a decir, en un arrebato de arbitrariedad, distante del periodista profesional como se presentó siempre, que “Manini fue nefasto para Lacalle”.
¿Qué se oculta detrás de esta inequívocamente orquestada ofensiva mediática?
¿Existió alguna superlativa alteración en las cifras que manejaron las principales encuestadoras sobre el número de votos que iba a obtener la coalición multicolor?
No, todas ellas pronosticaron que los votos para la coalición multicolor oscilarían entre un 48% y un 51%.
La coalición obtuvo 1.168.019 votos, que representan un 48,70%, que si le sumamos una porción razonable de los votos observados, como ser un 50%, supera el 49% . Esto significa que apuntar a un desfondamiento de los votos que le proyectaban a la coalición, nos pone frente a una turbia manipulación que responde a alguna razón extraña.
Pensemos que si hubo un bando perjudicado por este error ese fue el FA. Si sus activistas y dirigentes hubieran tenido convicción de una tan escueta diferencia, no hubieran dejado hundir el barco a la vista del puerto. Hubieran -recursos económicos siempre le sobraron- hecho venir a votar compatriotas de Australia, España, EE. UU., etc. que hubieran duplicado o triplicado a los que generosamente Lopez Mena facilitaba la venida de Buenos Aires. Que a pesar de tener pasaje gratis muchos no quisieron desplazarse porque para qué ir si todas las mediciones daban una diferencia mayor a los 5 o 7 puntos: 49% frente a 42% del FA.
¿Qué llevó a los politólogos a subestimar tanto el crecimiento del Frente Amplio en los últimos días?
¿No se apercibieron del efecto cambio de timón, que significó la nueva conducción de la campaña del FA después del desastre del 27 de octubre, por parte del joven dirigente Yamandu Orsi, que removió las agotadas y cómodas estrategias, por la dinámica del “boca a boca”?
¿Se tuvo en cuenta el diferencial de votos entre primera y segunda vuelta en las tres elecciones anteriores en que se llegó a ballotaje?
¡Cuidado con las burocracias! Si se hubieran apercibido de estos detalles -y otros más- no hubieran tenido que ocultar sus (involuntarios?) márgenes de error con porcentajes de indecisos. Y sí tendrían que haber admitido que el FA no solo iba a recuperar sus 185.000 votos perdidos sino que era capaz de superar esa cifra como en realidad ocurrió.
Sobre este tema, Mariana Pomies, de la consultora Cifra el domingo a última hora, hizo algunos comentarios en que su honestidad la redime de cualquier error: “Lo más fácil es echarle la culpa a Manini, pero hay un montón de otras cosas. Hay una campaña errática del FA, pero demostraron que al uruguayo le cuesta cambiar.”
“Estábamos convencidos de que los números iban a ser buenos y la diferencia ajustada. Analizábamos por región y era todo razonable. La gente quería saber quién era el ganador y merecía saberlo.”
“Hay diferencia con quien es Lacalle Pou y sus resistencias. El voto del exterior no termina de aparecer. Nunca estimamos si entraron 55.000 personas. Si efectivamente hubo 40.000 personas que votaron del exterior.”
“Distribuimos un 6% de indecisos y quizás nos faltó. También está el voto oculto, quizás pudo haber una subestimación.”
“Me parece destacar que la cosa ya está resuelta. Entiendo la postura del FA. Ya hay presidente y es Lacalle Pou.”
Pero el “fenómeno Manini” sigue obsesionando a los comentaristas mercenarios hasta el cierre de esta edición. Y posiblemente lo siga toda la semana y no pare hasta que se conforme el nuevo gobierno. Hasta que sí quede delimitada el área de influencia de CA y si es posible a Manini con las uñas cortadas. No sea cosa que se investigue a fondo la corrupción o se haga de una vez por todas justicia con los más desprotegidos o, vayase a saber qué otro temor traumático, pasa por la mente de los que se preparan para repartirse los dividendos de ese otro poder, el que no se ve, el que le da las cartas con las dos manos: con el brazo izquierdo y con el derecho a los que usa de personeros.
Y para la gilada, la que se come el rábano por las hojas y por eso siempre la usan para hacer mandados, nos gustaria hacerle llegar un palpite. Atrás de esta obsesiva y desproporcionada embestida contra Manini, hay mucho más de derecha que de izquierda, si en la primera se encubren – como creen algunos- con más comodidad, ¡los intereses inconfesables!