Para nadie puede ser una sorpresa que el balotaje o segunda vuelta no sea solamente un enfrentamiento electoral entre dos modelos económicos, como pretenden los frentistas, por las diferencias indudables que también existen en ese ámbito entre la Coalición Republicana y coalición de izquierda o Frente Amplio.
Es mucho más, muchísimo más lo que está en juego que el imponer uno de los dos modelos de política económica distintos, pues lo que se trata es de la libertad. Repito, lo que enfrenta a las dos coaliciones, entiéndase bien, son nada menos que los valores de la libertad.
En primer lugar aclaro que hablo de dos coaliciones, porque el Frente Amplio se ha vestido de partido político, pero ese ropaje jurídico adoptado no impide que en la realidad ideológica sean un conjunto de distintos partidos políticos que mantienen íntegramente su individualidad, sus autoridades y su filosofía, a las que no han renunciado, pero bajo el paraguas de un solo partido con el lema de Frente Amplio han sabido utilizar las ventajas que ofrece nuestro deficiente sistema electoral y habiendo perdido por 100.000 votos tienen la mayoría en el Senado de la República.
Es absurdo de que con el 43% de los votos obtengan el 53% del Senado, como señala el diputado Eduardo Lust con toda razón.
Sistema de asignación de cargos injusto en una elección que debe seguir el principio de la representación proporcional integral por imperio de la misma Constitución, que es desconocido por un viejo plexo de leyes electorales de las décadas del 30 y 40 del siglo pasado, donde no existían once partidos como hay en la actualidad.
Les ha bastado a los frentachos con asumir una disciplina, que es propia de los partidos marxistas, para someterse a un acuerdo que reditúa ventajas que han sabido aprovechar, disimulando diferencias ancestrales, como las que han dividido y aún dividen a comunistas y socialistas. Porque el comunismo y el socialismo son partidos internacionales, como dice La Internacional, marcha que entonan, y por estar en todos lados no pertenecen a ninguno.
Nuestros partidos tradicionales, en cambio, con 188 años de historia, tienen sus raíces en el país y una individualidad intransferible, por lo que sería muy dificultoso unirlos bajo un mismo lema.
Lamentaba en estos días el senador Sergio Botana que se viola la Constitución impidiendo la representación proporcional y nosotros, que estamos de acuerdo, entendemos que si eso ocurre por medio de una compleja ingeniería legal en la asignación de bancas, lo que corresponde es modificar la actual legislación electoral y mantener la estricta representación proporcional e integral.
Esta legislación electoral, hoy es totalmente obsoleta, y tiene casi un siglo, la impusieron los dos grandes partidos, en su propio beneficio y en perjuicio de aquellos partidos chicos.
En segundo lugar, cuando hablamos de que el Frente Amplio está contra la libertad, nos referimos a que, en lo internacional, apoya todos los regímenes autoritarios de América, que sufren dictaduras oprobiosas, es decir Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Los comunistas, a diferencia del eurocomunismo, no han renunciado a sus dogmas y siguen postulando la lucha de clases y el proceso dialéctico, que por medio de la lucha de clases los llevará a la eterna dictadura del proletariado y por fin a la sociedad sin clases, que es su utópico sueño.
Pero los partidos marxistas, por definición no son demócratas ni liberales, sino regímenes autoritarios, que sacrifican la libertad en aras del bien superior de la justicia. Como siempre han fracasado, no ofrecen ni justicia ni libertad.
Si no bastara la apabullante evidencia de la implosión de la gigantesca Unión Soviética, que con todos los recursos humanos y materiales que tuvo en sus manos, duró solamente 70 años, todas las demás experiencias colectivistas que en el mundo han sido terminaron o agonizan en rotundos fracasos.
La Cuba de Fidel y el Che, nunca pudo encontrar ni forjar “el hombre nuevo”, aquel que debía trabajar sin el estímulo material como contrapartida, hoy es una sórdida y sangrienta dictadura, empantanada en el odio y la represión, que ofende al recuerdo de su gran patriota, José Martí, que murió combatiendo por su libertad.
Y en lo interno, es muy claro que su proyecto político es la sociedad sin clases, colectivista en su economía y autoritaria en su gobierno.
Por eso decimos que el Frente Amplio está en contra de la libertad, pues convive, vota y comparte designios antidemocráticos.
Obsérvese nada más que su propósito en derogar 132 artículos de la LUC, cuando plantearon una consulta popular que perdieron, jugaba todo a eliminar los avances en la libertad individual que esa ley consagró.
A saber: la libertad para los disidentes de una huelga o de quienes sean propietarios de entrar al lugar de trabajo, manteniendo protegido el derecho de propiedad, la libertad para operar por montos menores fuera del sistema financiero ahorrándose costos, la libertad de poder alquilar sin tener garantía, la libertad para optar por el sistema de la adopción exprés que soluciona en parte el crimen del aborto de los nacimientos no deseados.
Así es que cuando se busca eludir la carga, innecesaria y costosa del Estado y se logra un pequeño espacio de libertad, aparecen los frenteamplistas con su tajante negativa y su infatigable decisión de utilizar todos los medios posibles para impedirlo.
Por eso decimos que el Frente Amplio está contra la libertad.
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