Recurro a la manida frase “el palo en la rueda” para interpretar el actual desempeño del Frente Amplio (FA). Para ello, veamos someramente su gestación, su organización y a dos de los fundamentales partidos que lo integran: el Socialismo y el Comunismo.
El FA se originó como una coalición de grupos, ciudadanos y sindicatos obreros de “izquierda”, a pesar de sus diferencias ideológicas. Una explicación de su anexión: “por pragmáticas razones tácticas y estratégicas en pos del poder”.
Su conformación genera una primera observación: ¿cómo pueden coexistir 12 sectores políticos, con 8 ideologías? Para unificar su desempeño, creó una organización compleja, incluso para la toma de decisiones. Sus facciones (más o menos radicales) procuran sus propios espacios de poder, difieren en cómo accionar, generando una alta conflictividad interna. Entre los distintos grupos (incluyendo el Socialismo y el Comunismo en particular) existen diferencias significativas en lo social, lo económico y lo político (en general), y en el rol del Estado, la lucha de clases, la propiedad privada, el capitalismo y la democracia.
Una de sus ideologías predominantes (el Comunismo) ha tenido una vergonzosa historia desde Stalin hasta hoy. Genocidio de millones de disidentes, alianza con el fascismo y el nazismo, invasión a países europeos, etc. En Uruguay, el Popular del PCU en 1973 celebró el alzamiento de las Fuerzas Armadas, brazo ejecutor de la dictadura cívico-militar. Aún hoy afirma su empatía con dictaduras como la de Cuba y Venezuela.
Con estos antecedentes: ¿por qué sus integrantes se ufanan de su filiación? ¿Acaso se sienten identificados con el accionar de los regímenes totalitarios?
Otra cuestión interesante: ¿por qué el PCU recurre al nexo con el Comunismo?
Según C. Vernazza, “¡el PCU está usando la marca!”. La “marca o brand” integra un capítulo del Marketing referido a la mejor y mayor aceptación de un producto (o de una organización). El otro motivo establece una relación biunívoca, funcional y temporal entre continente y contenido. Cuando un continente pierde el contenido original puede ser ocupado por cualquier contenido que se oculta en el recipiente.
En su declaración de principios, el FA establece que es: democrática, antioligárquica y antiimperialista. Entonces: ¿por qué respalda regímenes totalitarios y por qué los actuales países comunistas tienen un gobierno oligárquico? Como parte del Legislativo sabe que nuestra doctrina en política exterior es de no injerencia en los asuntos internos.
Un común denominador del FA: no hay adversarios, sino enemigos; no hay disenso, sino lucha. Tiene “militantes” con una gran habilidad dialéctica para la argumentación, la retórica y la controversia. Pero ante cualquier tema álgido, recurren sistemáticamente a la metodología de evadir el todo por la parte, esta generalmente ajena al asunto de fondo, dispersándose en asuntos colaterales.
Durante 15 años, el FA: tuvo importantes logros en lo social, ejecutó onerosas obras desconociendo prioridades, puso al Estado y a sus habitantes al servicio de su ideología, cuando debería haber sido al revés, realizó una censurable gestión gubernamental que incrementó la deuda exterior y mermó los recursos del erario público, imprescindibles para enfrentar la epidemia y sus consecuencias.
En medio de la crisis sanitaria expone una sistemática oposición a todo, cargada de resentimiento hacia un gobierno elegido libremente por el pueblo. ¿Acaso esto no es una abierta negación a sus principios? Es notorio el predominio de su irracionalidad política que antepone cuestionables actitudes ideológicas reñidas, con la finalidad primordial de un partido político: servir a la nación en pos de su bienestar.
Arq. Ignacio David Weisz
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