Jacques Maritain es un filósofo de gran importancia en el S. XX. Sin lugar a dudas, su principal antecedente teórico lo constituye la filosofía de Tomás de Aquino y, a través de él, la de Aristóteles. La filosofía de Maritain ha dado forma a una de las grandes corrientes actuales del pensamiento: el humanismo cristiano que a su vez constituye la base teórica de la doctrina de la Democracia Cristiana.
Maritain basa su teoría humanista en la idea del hombre integral. El hombre posee diversas dimensiones las cuales reclaman ser atendidas. No existe peor error que aquel afán por reducir al hombre a una sola de estas dimensiones. El hombre no es puramente un ente económico, así como tampoco es un ente exclusivamente espiritual o una criatura angélica. Maritain hace ver cómo los reduccionismos, que solo se preocupan y por lo tanto se ocupan de una sola faceta humana, terminan por volverse contra el mismo hombre. Ahogan la riqueza de la diversidad de las manifestaciones humanas, haciendo que también la sociedad pierda riqueza. No sólo la vida privada se afecta por esta restringida visión del hombre, sino también los sistemas sociales, económicos, políticos, educaciones, etc. De esta manera, cada hombre se relaciona de una mala manera consigo mismo. Pero, quizás lo más grave, es cómo se desvirtúa la relación del hombre con el hombre, con el mundo y con lo trascendente: reducida la realidad toda a una sola dimensión, se empobrece la relación del hombre con esa realidad. He aquí la base de una existencia sin sentido, con una fuerte tendencia a la nada y al vacío, sentimientos claramente presentes en las sociedades contemporáneas, sobre todo en las desarrolladas.
A la luz de algunos de estos errores en la consideración del hombre y su fin último, es que Maritain propone un nuevo concepto de cultura o civilización en el cual queda consignada toda la diversidad de lo humano, desde lo material hasta lo espiritual. El espíritu y la materia, lejos de ser enemigos irreconciliables, están llamados a construir una auténtica civilización, en la que el ser humano pueda, por fin, vivir como persona. En tal civilización, el hombre ha de ser libre de toda miseria, la que aliena al hombre, impidiéndole poder desarrollarse moralmente y también a través de actividades tales como las especulativas, las artísticas y las religiosas.
Vilma Navarro Daniels y Fraño Paukner, en “El proyecto social de Jacques Maritain”.
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