La historia del Instituto de Reconstrucción Industrial (IRI) debe estudiarse en el contexto del mayor cambio socioeconómico de la historia italiana: el llamado milagro económico. Son los años en los que Italia se convierte en una potencia industrial y se afirma la “sociedad de consumo”, con un producto que crece anualmente a casi el 6%, las exportaciones pasan del 12% al 16% del PBI y la productividad aumenta un 84%. El IRI fue un jugador clave durante este período que va desde 1949 a 1972. En 1952 el IRI representaba el 80% de la industria naval, el 57% de la telefonía, el 45% de la siderúrgica, entre 20% y 45% de diversos sectores de la ingeniería mecánica, el 25% de la intermediación bancaria y la industria eléctrica, y el 20% del transporte marítimo.
Quizás el objetivo más ambicioso del IRI era la búsqueda de un equilibrio entre los objetivos industriales, que debían ser gestionados con criterios de empresa privada, y los objetivos políticos, económicos y sociales asignados al instituto desde la década del ´50. Pero si el IRI constituyó uno de los motores fundamentales de la reconstrucción posterior a la Segunda Guerra Mundial, su destino no estaba asegurado en absoluto durante el debate sobre el rol del Estado. Muchos, en especial los empresarios y observadores internacionales, consideraban que el IRI era una anomalía que debía remediarse lo antes posible.
En particular, la comisión económica de la Asamblea Constituyente remarcaba su carácter híbrido, que no consideraba compatible con un modelo de economía de mercado puro, pero que tampoco conformaba con la economía planificada del tipo soviético. A partir de 1954 surge un consenso entre las fuerzas políticas del gobierno de que las empresas controladas por el Estado pueden convertirse en un verdadero instrumento de política económica. Progresivamente, de ser un organismo con el objetivo de administrar participaciones y empresas, el IRI se convierte en un medio para acelerar el desarrollo económico del país, fomentando la industrialización del sur de Italia (el “mezzogiorno”) y la promoción de nuevas técnicas de producción, nuevas formas de relacionamiento laboral, y nuevos métodos para la expansión del comercio exterior. En efecto, comienza a exigírsele a la dirección del IRI que persiga el objetivo de la “economicidad”, logrando un equilibrio entre la maximización de las ganancias y el logro de objetivos socio-económicos de primordial importancia.
En junio de 2000 la historia de IRI se cerró para siempre. A pesar de ello, sus empresas siguen siendo los pivotes de lo que queda del tejido industrial italiano. Una historia de 150 años que obliga a preguntarnos sobre la conveniencia de contar con grandes empresas como motor de crecimiento del país, base para las grandes infraestructuras necesarias para el desarrollo productivo, y sobre la necesidad de contar con tecno-estructuras adecuadas para la solución de los complejos problemas que nuestro país y Europa enfrentan en la actualidad.
Fernando Salsano, comentando el libro “Historia del IRI 1949-1972: Libro 2, el milagro económico y el rol del IRI”, Ed. Laterza.
TE PUEDE INTERESAR