La inauguración de una nueva casa de la Fazenda de la Esperanza en Montevideo es para todos los uruguayos, sean o no religiosos, una buena noticia.
Situado en el barrio Punta de Rieles, en el ex convento de las Carmelitas Descalzas, el pasado 8 de agosto se inauguró la Fazenda Monte Carmelo y allí se van a albergar muchos jóvenes que buscan superar las adicciones.
Respetando las medidas sanitarias, con la presencia de fieles y allegados a la obra, participaron entre otros el Nuncio Apostolico Mons. Martin Krebs, los tres obispos de Montevideo (Cardenal Daniel Sturla, Mons. Pablo Jourdan, Mons. Luis Eduardo González) y Mons. Heriberto Bodeant, Obispo de Melo. También asistieron el ministro de Desarrollo, Pablo Bartol, y el presidente de la Junta Nacional de Drogas, Daniel Radío.
El Cardenal Sturla durante su homilía vinculó la fazenda con el Evangelio. “A veces tenemos una suave brisa y a veces tenemos tormentas, viento en contra”, dijo Sturla.
“Pero está la mano de Jesús, poderosa, tendida, que nos levanta. Es Jesús y es la Iglesia, que a través de distintas obras rescata, hace que llegue la palabra de Jesús, la salvación. Todos necesitamos de Jesús, tenemos que fijar los ojos en Él, todos necesitamos que Jesús nos agarre y nos rescate”, reflexionó.
Las palabras del cardenal Sturla son un llamado y una invitación a tender la mano al que más lo necesita.
Nuestra sociedad parece por momentos abrir los ojos ante situaciones desgraciadas. Posiblemente la pandemia, que nos ha revelado a todos más frágiles de lo que suponíamos, provoca un sentimiento y una sensibilidad mayor que acerca con los que más sufren.
En momentos en que nuestro Gobierno discute el nuevo Presupuesto, que tendrá desde luego recortes porque a nadie escapa que es imprescindible enderezar el rumbo para los próximos años, se anuncia también que vivienda y educación son las prioridades de esta administración en la asignación de recursos.
La población necesita saber que, a la vez que podrá tener la certeza de una gestión responsable de la economía que permita un sostenido crecimiento, se realizarán las obras necesarias para que ningún uruguayo quede por el camino. Y para ello, el Estado vuelve al principio de subsidiariedad, es decir, de apoyarse en las organizaciones de la sociedad con el horizonte de alcanzar el bien común sin burocratización ni asistencialismo, sino atendiendo a los problemas concretos y reales que afectan la dignidad humana.
Los tres pilares de la Fazenda son toda una definición en ese sentido: convivencia, trabajo y espiritualidad.
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