En 1903 la presidencia fue alcanzada por el líder colorado José Batlle y Ordoñez. Batlle, considerado el fundador del Uruguay moderno, fue el artífice de la instauración del ejecutivo plural y del estado de bienestar que marcaron la historia uruguaya del siglo XX. Durante su primer mandato presidencial, de 1903 a 1907, consiguió aprobar un considerable cuerpo de leyes de reformas sociales. Defendió la jornada laboral de ocho horas y comenzó a crear las empresas públicas que tan importante papel desempeñan en la estructura económica actual.
Al término de su mandato, en 1907, se fue a Suiza donde pasó los siguientes cuatro años. Quedó muy impresionado con el sistema ejecutivo plural, y cuando fue reelecto en 1911, comenzó a presionar para su establecimiento en Uruguay. Gracias al inmenso prestigio, Batlle consiguió finalmente que se redactara una nueva constitución, y en 1919 se aprobó un texto que establecía la división de responsabilidades entre el presidente y un Consejo Nacional de Gobierno. El presidente mantenía bajo su autoridad los Ministerios de Relaciones Exteriores, Guerra e Interior; el Consejo Nacional era responsable de los Ministerios de Educación, Industria, etc. Este sistema funcionó bastante bien durante los años 20, pero la crisis económica de los años 30 se reflejó en la escena política. En 1933, el presidente Gabriel Terra, con el apoyo de las fuerzas armadas, destituyó al Consejo por su ineficacia. Sin embargo, ésta fue solo una medida temporal, y las constituciones que se redactaron en 1934 y 1942 continuaron con el sistema dividido.
En 1952 se redactó otra constitución. En ella se suprimió por completo el cargo de presidente. En su lugar, el consejo quedaría formado por seis miembros del partido mayoritario y tres de la minoría. La presidencia del consejo y del país pasó a rotar anualmente entre los seis miembros de la mayoría. Al igual que la constitución de 1919, la de 1952 resultó inadecuada en tiempos de crisis económica. A principios de los años 60, el país sufrió una grave inflación, combinada con sucesivas devaluaciones del peso. En las elecciones de noviembre de 1966, los votantes, desilusionados por su experiencia con el ejecutivo plural, optaron por un único presidente, con mayores poderes, que tomó posesión en marzo de 1967.
Al mismo tiempo que se aprobó la nueva constitución, los votantes eligieron a un colorado, el general (R) Oscar Gestido, como primer presidente bajo el nuevo sistema. Tanto su gobierno como el de Jorge Pacheco Areco, que le sucedió a la muerte de Gestido en diciembre de 1967, consideraron que la inflación, la necesidad de aumentar la producción y la seguridad interna eran los problemas más urgentes de la nación. El peso del pago de la deuda también es un problema grave. Aunque se ha logrado un cierto impulso hacia una recuperación económica, se requieren reformas administrativas y económicas, así como un gran desarrollo agrario e industrial para que el país vuelva a moverse. Además, en los últimos años ha aumentado el descontento, que se manifiesta en agitaciones y huelgas laborales y estudiantiles. Los extremistas de izquierda han protagonizado dramáticos incidentes de terrorismo urbano. Si el sistema presidencialista resulta ineficaz para resolver los problemas económicos del país o no consigue frenar a los terroristas de extrema izquierda, existe la posibilidad de que el presidente en funciones se haga con el poder de forma inconstitucional.
(ndr. – El presidente Jorge Pacheco Areco terminaría su mandato constitucional un año y medio después, el 1º de marzo de 1972, sin que se hubiera producido ninguna ruptura al orden institucional del país. Pero a solo un mes y medio luego de asumir el presidente Juan María Bordaberry –notoriamente incapacitado para conducir la situación– elevó al Parlamento para su aprobación la declaración del “Estado de Guerra Interno”, la que resultó aprobada con los votos de los dos partidos tradicionales).
Extraído del “Manual de Uruguay” (Uruguay Handbook), producido en noviembre de 1970 y desclasificado en 2005
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