El pasado 21 de setiembre El Observador publicó una nota detallando la desarticulación de una organización vinculada directamente al Primer Comando Capital (PCC), de Brasil, dedicada a lavar el dinero que obtenía de una de sus ramas de actividad, el narcotráfico.
La nota detalla pormenorizadamente cómo el dinero recorría Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina para volver al Brasil ya lavado. La Policía Federal brasileña detuvo a 34 personas en cinco estados, 14 de ellas en el Chuy, incautando US$ 14.000.000. Dos uruguayos dueños de un cambio en la frontera del Chuy formaban parte de este intrincado y casi perfecto sistema de lavado.
Hasta aquí la nota del matutino. ¿Qué nos dice este tipo de operativos cada vez más frecuentes?
1) El PCC, la principal organización criminal de Brasil, con ramificaciones en todos los países de la región, actúa en Uruguay, no solo vendiendo droga, sino lavando dinero. Ya en marzo La Diaria informaba que la Policía había detectado su presencia en cuatro departamentos fronterizos de nuestro país.
2) Todo esto confirma lo que venimos anunciando ya hace un par de años. Tenemos una pandemia: las drogas. Y un enemigo brutal que nos está invadiendo: las bandas de narcotraficantes.
3) Resulta claro que Uruguay y la región no serán invadidos por ningún otro país vecino o lejano. Hoy existe un enemigo más grande, más sangriento, más invisible y se llama narcotráfico. Y para combatirlo será preciso disponer de todos nuestros recursos armados, tecnológicos y profesionales sin dejar ninguno afuera. Sí, estimado lector, esto incluye la utilización de las Fuerzas Armadas, Marina y Fuerza Aérea, Policía Nacional y nuevas fuerzas especializadas que coordinen.
La consecuencia de no hacerlo será la destrucción irremediable de nuestro futuro, nuestro entramado social, nuestra capacidad de crecer como Estado. La corrupción y la violencia serán la moneda que todos los días tendremos que ver a nuestro alrededor.
Mientras tanto, ¿que nos propone nuestra JND? Declara que la guerra contra el narcotráfico está perdida. ¿En serio perdida? ¿Qué debemos hacer, entonces? ¿Entregarle el gobierno al PCC, al cartel de Santa Fe, de Guadalajara o al creciente Tren de Aragua? ¿Propone que los Marset terminen gobernándonos?
Porque lo único que a los cárteles les interesa es tener a un pueblo drogadicto, deseoso de hacer lo que sea por consumir su producto, las drogas.
La JND propone seguir legalizando reguladamente el consumo de otras drogas, como ya lo hizo con el cannabis. La legalización regulada solo genera nuevos mercados, porque facilita la llegada del producto y lo promociona. Quien no tiene posibilidad de conocer la cocaína ni de acceder a ella tendrá menos posibilidades de convertirse en un adicto.
El tiempo en que la oferta llegaba a una demanda insatisfecha ya pasó. Hoy son los nuevos productos, las nuevas ofertas que generan nuevas demandas, así lo demuestra la publicidad el marketing. Pero la JND sigue ciega promocionando un sistema, la liberación regulada, sin poder poner un solo país en el mundo como ejemplo de éxito con este tipo de política. Pretende que nuestro país siga siendo el conejillo de Indias de unos poderosos teóricos que, sentados en cómodos sillones, destrozan el futuro de nuestra juventud. Propone como novedosa la liberación regulada, controlada, en manos de Estado, como el gran método.
Lo paradójico es que el principal producto adictivo que a nivel mundial genera más daño, en toda la población, incluida la juventud es el alcohol. Y que, el método que nos ha traído hasta este desastre con el alcohol es “el novedoso método de la liberación regulada”.
Todo lo que nos proponen hacer con las drogas se ha hecho en el mundo con el alcohol, su resultado: la adicción al alcohol es el principal problema de nuestra juventud, en el Uruguay y en el mundo.
¿Cuál es la zona del mundo con mayores prohibiciones y restricciones para el consumo de drogas, con penas más graves? Asia. ¿Cuál es la zona del mundo con menor consumo per cápita de drogas? Asia. Esto no implica que no tengan un creciente problema de aumento de consumo de drogas. Implica que su forma de combatirlo, la prohibición y penalización dura, es a nivel mundial la más efectiva.
Mientras tanto, nuestra JND nos dice que la lucha está perdida y que debemos seguir entregando nuestro país a los narcos, liberalizando en forma regulada. Con la inocente idea de que los narcos se irán para su casa si el que vende la droga es el Estado.
Tanta inocencia raya en la estupidez. Desconocen todas las reglas comerciales que hoy nos regulan. Si un competidor, el Estado, proporciona un producto competitivo, los narcos mejorarán la calidad (en el caso del cannabis aumentando el THC), bajarán los precios o introducirán productos sustitutos en el mercado que contrarresten las posibles pérdidas que se puedan generar por la venta en el Estado.
Conclusión: tendremos mayor oferta de drogas, más potentes, que aceleren el proceso de adicción, a más bajo precio. Y la introducción de una liberación regulada y el Estado como proveedor solo generará más publicidad, más oferta, aumentando inexorablemente la demanda. Pero la JND en su inocencia, malicia, o estupidez no lo ve.
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