La conquista y el mantenimiento del neoliberalismo en América Latina tuvieron lugar bajo dos escenarios políticos muy diferentes: regímenes políticos autoritarios y democráticos. Las dictaduras militares de los años 70 presentaron una variante de lo que O’Donnell llamó regímenes “burocrático-autoritarios”, caracterizados por una alianza específica entre la burocracia estatal –incluyendo a los militares– y los sectores empresariales nacionales más internacionalizados, contra el campesinado y el proletariado urbano. Estas coaliciones entre el Estado y las empresas desplegaron un tipo de represión especialmente virulenta para impedir la posibilidad de disidencia, lo que facilitó la elaboración de políticas tecnocráticas y la concentración económica.
Más tarde, durante las transiciones democráticas, las autoridades entrantes se enfrentaron a enormes desafíos para consolidar sus nuevos estados representativos por culpa de la inestabilidad económica. La necesidad percibida de proteger la consolidación democrática de las reacciones autoritarias llevó a la moderación política y al aplazamiento de cuestiones como una redistribución agresiva. Finalmente, la existencia de una base de apoyo empresarial (en el sector no competitivo) para obtener soluciones más igualitarias resultó crucial para que los gobiernos de izquierdas persiguieran activamente proyectos de desarrollo alternativo.
En Chile el orden democrático fue suspendido por los militares en 1973 y en Argentina en 1976. Esto ocurrió en medio de una parálisis económica general y de luchas distributivas, impulsadas por el agotamiento del modelo de sustitución de importaciones de la posguerra. El grado de éxito en la institucionalización del neoliberalismo dependería de la fuerza de los sectores empresariales que defendían el viejo modelo intervencionista de la industria de sustitución de importaciones. En Argentina, los neoliberales encontraron formas de instalar sus demandas en las políticas cambiarias e industriales, pero el neoliberalismo siguió siendo impugnado. En Chile, por el contrario, los neoliberales no solo pudieron instalar sus preferencias políticas, sino también formar un bloque social capaz de liderar un proyecto político neoliberal a largo plazo. El poder y las alianzas forjadas por los sectores económicos competitivos y no competitivos fueron fundamentales para su éxito.
Aldo Madariaga, en “Neoliberal Resilience” (Resiliencia neoliberal), Princeton University Press (2020)
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