En lo que concierne a la lengua, la presencia jesuita no supuso la abolición de las lenguas indígenas sino más bien su coexistencia con el castellano y la conversión de aquellas lenguas autóctonas consideradas mayoritarias (el guaraní y el tupí) en lenguas de uso. Este no fue el único ámbito en el que, en lugar de eliminar y sustituir directamente las prácticas tradicionales, se optó por adaptarlas a la nueva realidad, pues algo similar ocurrió, por ejemplo, en el marco de las representaciones artísticas, pero sí es el más llamativo porque significó un giro de ciento ochenta grados con respecto a la política lingüística oficial y fue, desde luego, un experimento sorprendente para la época dentro del proceso colonizador.
Dentro de este plan de evangelización a largo plazo, la permanencia continuada entre la población indígena y el establecimiento de relaciones profundas y duraderas entre los religiosos y las comunidades locales fueron decisivos. Un proyecto de esta índole implicaba necesariamente ejercer funciones de auténtica mediación cultural: por un lado, se trataba de hacer accesible al Otro la cultura cristiana gracias a un trabajo de traducción; y por otro, de comprender el mundo del Otro desde su lógica interna para poder así reformularlo en términos cristianos y, acto seguido, catequizarlo. De ahí la importancia que se otorgaba dentro de la orden al conocimiento de las lenguas aborígenes.
Para el misionero, el conocimiento lingüístico no es fruto de la mera curiosidad intelectual, sino una tarea necesaria e impuesta desde la jerarquía jesuítica y un requisito de primer grado a la hora de seleccionar a los padres encargados de las distintas misiones. Tanto en Brasil como en Paraguay, el aprendizaje tenía lugar mediante un largo periodo de inmersión cultural y de convivencia en pequeños poblados y aldeas indígenas donde acababa de instalarse la Compañía. Allí se enviaba a los padres recién ordenados para que aprendieran la lengua, un proceso que podríamos llamar de aculturación en lo que supone de impregnación espontánea y voluntaria de los modelos de vida indígenas.
Jesús Baigorri Jalón e Icíar Alonso Araguás, ambos de la Universidad de Salamanca, en “Lenguas indígenas y mediación lingüística en las reducciones jesuíticas del Paraguay (s. XVII)
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