“No hay mejor ciego que el que no quiere ver…” En este tipo de aforismos populares se apoya el razonamiento pragmático de la mayoría de nuestros hombres de campo. Y en el tema de la forestación hay demasiados intereses creados para ceder espacio a la objetividad, que es lo que se necesita hoy más que nunca, para la defensa del Bien Común.
El Senador Guido Manini siempre entendió que la política de estado y los consiguientes subsidios con que en su momento se impulsó el inicio de la actividad forestal en nuestro país fue acertada. Y así se dio comienzo a nuevas fuentes de generación de divisas. Pero todo en su lugar. Está actividad debió siempre estar circunscrita a las áreas que se marcaron de prioridad para ese cultivo. Y nunca permitir que a las empresas inversoras de mucho porte económico, se les abriera la puerta de incursionar en tierras que por la fertilidad de suelo, les estaba reservado un destino agrícola.
“Hoy hay un millón y medio de hectáreas plantadas, mayoritariamente con eucaliptus, donde también hay pinos”, declara el líder de Cabildo Abierto en el programa de Emiliano Cotelo del pasado lunes. “Y hay una previsión de 4 millones de hectáreas a plantarse… ahondar este modelo al país no le sirve en el mundo que estamos viendo despuntar, sobre todo a partir de la situación que hoy se está viviendo…”
“Creemos también, acota luego, que la producción de alimentos va a ser la gran riqueza del Uruguay, y esto significará más de lo que fue el petróleo en su época de auge en otras zonas del mundo…”
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