La obra intelectual de Hirschman, desde el punto de vista de la historia de las ideas y de la economía del desarrollo, presenta una doble originalidad. Es a la vez una obra central y marginal. Central, porque sus reflexiones sobre la economía del desarrollo, desde la publicación de The strategy en 1958 hasta A bias for hope en 1971 pasando por Journeys en 1963, sus reflexiones sobre el crecimiento desequilibrado (unbalanced growth), sus conceptos de eslabonamientos hacia atrás y hacia adelante (backward and forward linkages), se convirtieron en ejes ineludibles de las discusiones sobre el desarrollo económico. Marginal, porque en la corriente de pensamiento mayoritaria de su disciplina de origen, la economía, Hirschman se convirtió en una voz apreciada pero marginada, fuera de juego (es decir, fuera de la teoría de los juegos). Se quedó al margen de los senderos que se convirtieron con el tiempo en autovías para los economistas, la econometría, la formalización y el paradigma del actor racional.
Regresando a los orígenes de la economía política, al Adam Smith anterior a The Wealth of Nations, al de The Theory of Moral Sentiments, Hirschman no deja de insistir en su obra en los cambios de preferencias de los individuos, auscultando sus pasiones y sus intereses, sus propensiones a movilizarse por causas comunes, a emprender acciones colectivas o, por el contrario, a retirarse a la esfera privada. La topografía de las ciencias económicas, tal como la dibuja año tras año la asignación del Premio Nobel, indica que este modelo del actor, que aparece en toda la obra de Hirschman, quizás esté regresando a mejor fortuna (o menor olvido). Economistas como Ronald Coase y su teoría de los costos de transacción, Douglass North y su institucionalismo económico o Amartya Sen y su ética económica, esbozan un modelo del actor más cercano al defendido por Hirschman que al preferido por Becker. De igual modo, en el área de la economía política internacional o de la economía del desarrollo, están surgiendo trabajos que combinan esprit de géométrie y esprit de finesse que “complican”, diría Hirschman, el discurso de la economía. Como ejemplo cabe mencionar los de Rodrik, entre muchos otros.
Javier Santiso, Revista de la CEPAL 70 (2000)
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