En esta elección el interior ha ocupado un espacio mínimo en la agenda de los medios de alcance nacional. Casi no se ha presentado información ni análisis políticos profundos referido a la realidad política local en el interior del país.
Si bien algunos periodísticos han atendido e informado mejor sobre la campaña en varios departamentos, casi todo lo que vemos y escuchamos son encuestas y están enfocados en la competencia, en la especulación de quién gana allá o acá. Pero lo grueso de esa información refiere a los candidatos, las propuestas y la discusión política sobre la capital del país.
Es algo lógico que así sea en un periodo electoral, donde lo que más se difunde es el discurso efectivo y la polémica que genera más ruido. Pero tampoco es muy diferente a lo que pasa en otros momentos. En realidad, siempre ha sido escasa la difusión y el análisis de la vida política en el interior.
Hay muy poca evaluación, información y poco conocimiento de cómo funcionan los gobiernos departamentales y locales. Ese desconocimiento y esa falta de interpretación hace que muchas veces, desde realidades muy distintas y tan lejanas, surjan análisis erróneos y muy superficiales sobre esta realidad. Poco se tiene en cuenta la geografía, lo productivo o lo cultural de cada región, y la diferencia de identidad que hay en cada territorio.
Además, no se está visualizando ni analizando una nueva realidad, que comenzó a partir de la ley de descentralización política y participación ciudadana, aprobada en 2009. Y que empezó a funcionar con la creación de los municipios para la elección del 2010, esto a mi entender, ha tenido mucho impacto en la vida política en el interior del país.
De este tercer nivel de gobierno poco se habla, porque poco se ha evaluado su impacto en los ciudadanos y su incidencia en la gestión departamental, como también en el electorado.
Incluso en ese centralismo informativo que mencionábamos, casi no hay referencia al funcionamiento de los municipios de Montevideo. A mi entender, esto ha hecho que muchos ciudadanos, por desconocimiento o experiencias concretas sobre su territorio, saquen conclusiones generalizando y tengan cuestionamientos fuertes sobre la utilidad y el funcionamiento de los municipios en todo el país.
Algunas críticas apuntan a que se generó más burocracia y gastos innecesarios para el Estado, otras que fomenta el caudillismo y el clientelismo. Puede haber algo de eso que perjudica el buen funcionamiento, pero entiendo que esos problemas no son resultado de la descentralización ni de los municipios. La burocracia y el caudillismo son parte de una cultura política muy instalada en nuestra sociedad, y si bien es cierto que en algunos casos puede ser negativo, también la descentralización es una oportunidad para cambiar e integrar esa vieja política a una más eficiente y transparente, que sea representativa e integradora de quienes viven en un mismo territorio.
Se genera la posibilidad de participar, exigir e incidir desde el lugar mismo donde se toman las decisiones; con la aparición de referentes locales, a quienes sus vecinos le puedan depositar su confianza; con la posibilidad de tener a quiénes plantear directamente los problemas, así como las propuestas para colaborar en la búsqueda de soluciones para el lugar donde uno vive.
Esto sería sin tener que perder horas de trabajo ni recursos para ser escuchado; sin tener que esperar decisiones que no llegan, y que muchas veces quedan en manos de burócratas o mandos medios que viven y resuelven todo desde una oficina a muchos kilómetros de distancia.
Pero es en Canelones donde entiendo que ha sido más notorio y positivo el resultado de la política de descentralización. Es, además, el departamento donde más decisiones se han tomado para fortalecer estas políticas.
La buena aprobación de la gestión de Yamandú Orsi obedece, entre otras cosas, a una alta incidencia de los municipios en la elaboración de diagnósticos y propuestas en cada ciudad; además de la cercanía que ha logrado con los ciudadanos a través de este tercer nivel de gobierno.
Los municipios son representativos de quienes viven ahí y deciden e inciden en las prioridades presupuestales de todas las áreas de la intendencia. Coordinan políticas, tanto con el gobierno departamental, como nacional. No tienen autonomía total, pero cuentan con cada vez más recursos para decidir desde el territorio donde volcarlos. Cuentan con herramientas de participación directa, como en el caso de los cabildos abiertos para recibir propuestas de los vecinos, o las audiencias públicas para rendir cuentas de lo que se hace o deja de hacer. Pueden estar presentes, participar e incidir en las políticas del Estado en cada territorio. Entiendo equivocada la visión de que no sirven para nada, o que son un gasto innecesario, más bien todo lo contrario.
Por suerte, en esta campaña por el gobierno local -al contrario de lo que pasa con los medios de alcance nacional- nuestras redes y medios locales están inundados de propuestas y de candidatos que conocemos de toda una vida. Estos son vecinos que viven entre nosotros, que los vemos seguido en la policlínica, en la puerta de la escuela, en el club social, en la iglesia o en el partido de fútbol; vecinos que integran con nosotros comisiones sociales o barriales; vecinos que vemos día a día y muy de cerca cuáles son sus prioridades y decisiones con los recursos públicos; vecinos que son conscientes que estamos viendo y evaluando todos los días su gestión, y que en cinco años elegimos de nuevo.
Claro que el tema es mucho más extenso, seguramente haya mucho para cambiar y corregir. Pero no tengo dudas sobre la importancia de que las decisiones que impactan directamente en un territorio la tomen quienes viven ahí. Hay una cultura y una identidad común, además de un conocimiento cercano a la realidad. Y tener la posibilidad de estar cerca o de incidir en las decisiones sobre el lugar donde se vive, no es poca cosa.
Quizás en el medio de elecciones no es el momento para pretender analizar en profundidad el tema de descentralización. Pero en un futuro cercano tendrá que tener más visibilidad y estar en la agenda de discusión política nacional. Es necesario conocer bien su funcionamiento, para corregir, mejorar y hasta profundizar una herramienta, que pone las decisiones mucho más cerca de la gente.
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