Pararon el puerto, pararon la construcción de UPM2, pero no pararon la construcción del Ferrocarril Central. ¿Curioso no?
Resulta casi imposible encontrar en los medios informe alguno sobre el progreso de esta monumental obra, diseñada a medida de la multinacional finlandesa, pero solventada con el bolsillo de todos los uruguayos. ¿A nadie le llama la atención? ¿Se estará construyendo por teletrabajo?
A esta altura resulta bastante evidente que la obra sufre importantes retrasos. Basta ver el mapa y recorrer las principales ciudades por donde está previsto que cruce la vía. ¿Quién pagará los sobrecostos? ¿Cuál es la contingencia que el Estado uruguayo enfrenta con UPM si la obra no se termina a tiempo? ¿Quién está negociando todo esto, si es que existe una negociación? ¿El problema son verdaderamente las expropiaciones, o existen otros elementos que la ciudadanía todavía no conoce?
El proyecto del ferrocarril fue concebido y orquestado con bombos y platillos por la misma claque que “privatizó” Pluna, y que livianamente puso la firma del Estado como garante de una irresponsable novelería aeronáutica que seguimos pagando hasta el día de hoy. No queda más remedio entonces que preguntarse si acá no será el Estado el que terminará dando la obra por buena y haciéndose cargo de un costo que se mide en miles de millones de dólares.
Mientras el tren no silbe, no nos quedará más que rogar que se llegue a tiempo con la duplicación de la ruta 5 que lleva el nombre del Gral. Fructuoso Rivera. ¿O estaremos esperando a que lo resuelva el mercado?
Antonio Ledesma
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