Contrariamente a lo que se preveía, Geisel desarrolló un gobierno más intervencionista que sus predecesores. Sus políticas apuntaron a responder
al escenario recesivo que se iba configurando en el horizonte internacional, con el mantenimiento de altas tasas de inversión. El presidente de Brasil se enfrentó a los vientos neoliberales de la época que soplaban con gran fuerza desde los países más avanzados, con un programa económico estrictamente desarrollista que incrementó aún más la ya considerable participación del Estado brasileño en la economía. Para el momento que asumió en 1974, el agotamiento del modelo de acumulación de bienes duraderos era ya evidente. Con este telón de fondo, el nuevo gobierno tenía ante sí un serio dilema. Hacer un ajuste conservador, como siempre sugería el FMI y provocar una recesión general de dudosa utilidad económica, aunque infalible para desgastar a cualquier gobierno. La alternativa era promover otro tipo de ajuste que permitiera continuar con el crecimiento de la economía brasileña. Este último fue el camino tomado por el Gobierno de Geisel con el PND II (2º Programa Nacional de Desarrollo).
Desde el primer día de gobierno, desplazó el peso de la política económica hacia el Ministerio de Planificación, reduciendo el poder del Ministerio de Hacienda y colocándose como responsable directo de las principales decisiones de esta estratégica área de gobierno, ocupando el asiento de presidente del Consejo de Desarrollo Económico. En un momento extremadamente delicado de la situación económica nacional e internacional, el PND II fue un paso decisivo para fortalecer el parque industrial brasileño, haciéndolo más autónomo y dotándolo de una sólida industria de insumos básicos y bienes de capital. Sin dejar de lado los intereses extranjeros en el país, reforzó la producción local y fortaleció la posición de los empresarios brasileños dándoles un lugar en el sector de los bienes de capital. El PND II no apuntó a desarticular las industrias de la electrónica, automotriz y de otros bienes durables —que habían tenido sus años dorados en los Gobiernos de Costa e Silva y Médici— sino que desplazó el apoyo del Estado durante el período al sector de maquinaria y otros bienes de producción, abriendo el camino a la futura expansión de ese segmento.
Guido Mantega, en “El gobierno Geisel, el PND II y los economistas” (1997), publicado por la Fundación Getulio Vargas (FGV)
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