“Cuando el pasado ya no ilumina el futuro, el espíritu camina en la oscuridad”
Alexis de Tocqueville
El fino análisis de Tocqueville sobre esa nueva forma de gobierno que comenzó a esbozarse hace doscientos años-en aquel entonces en su fase experimental- que se denominó democracia, lo ubica como el verdadero sucesor de Montesquieu, un precursor que cien años antes había teorizado sobre la división de poderes. Pero él fue el primero que mejor meditó sobre cómo conciliar la nueva concepción, de ese poder emanado de la voluntad popular, con las libertades públicas.
Para ello pensó en la imprescindible defensa – o recreación- de cuerpos intermedios que operaran como amortiguadores entre el individuo y el estado, que más allá del centro de gravedad de su legitimidad soberana, nunca ocultó su vocación de poder insaciable.
En 1996 nuestro Parlamento aprobó un proyecto de reforma electoral, utilizando el procedimiento de formación de leyes constitucionales, el cual fue luego ratificado por la ciudadanía a través de un plebiscito.
La concreción del mecanismo que separó las elecciones nacionales de las departamentales fue un importante paso en el sendero de la sana descentralización administrativa. Coronada luego en 2009 por la ley de Descentralización Política y Participación Ciudadana que continuó el proceso de democracia local en Uruguay. Un paso decisivo en la reivindicación de la actividad municipal.
¡Cuánto se logró a favor de la participación de la gente en la cosa pública! A casi cien años de iniciada la lucha por el voto universal y secreto que motivó la fundación de La Mañana cuando se corrió el peligro de perder las conquistas de las elecciones del 30 de Julio de 1916.
Tocqueville ve con clarividencia casi profética, que “el municipio es el primer lugar para la participación en lo público, y en él se encuentran los asuntos que más de cerca le interesan a los ciudadanos…” Es uno de esos límites necesarios para que el poder central no se convierta en despótico.
“El municipio es un ejemplo de poder intermedio aplicado a los tiempos democráticos…”
Así encarada la voluntad popular, se poseen las contrapesas necesarias – que actualizan a Montesquieu- y sienta las bases de lo que debe ser una democracia moderna. E impide que aun invocándola, se la utilice para eclipsar la libertad verdadera, la que es imprescriptible e inherente al ser humano y cuya invocación declamada, siempre estuvo presente en los peores totalitarismos del siglo XX.
Elecciones ejemplares
Las elecciones departamentales del domingo pasado fueron todo un ejemplo de las mejores tradiciones cívicas de nuestro país.
En esa jornada gris, pautada por los temores que genera la ya agobiante pandemia, respetando a rajatabla los protocolos sanitarios aceptados voluntariamente, donde el viento frío y la humedad la asemejaba más a un odioso día invernal, muy alejado de la primavera que insinuaba el almanaque, nuestros compatriotas igual acudieron a cumplir con sus deberes cívicos con una presencia apenas menor que en oportunidades anteriores… ¡Toda una lección de responsabilidad democrática!
En cuanto se dieron a conocer los primeros resultados, surgieron analistas como hongos después de la lluvia. Hubo politólogos serios de reconocidas consultoras, pero abundaron también los comentaristas pizarreros con conclusiones subjetivas y arbitrarias.
Si bien para conocer la biología humana hay que pensar que dos y dos no son cuatro, en ciertos casos de fenómenos colectivos, el respeto por la aritmética nos aleja de cometer errores.
Con ese criterio queremos sacar algunas conclusiones que no por simples son menos válidas.
El 50% de los votos efectivos los obtuvo la Coalición Multicolor que ejerce el gobierno. Y el 40% le correspondieron al Frente Amplio que actúa de oposición. Así presentado -con números gruesos- la primera y más importante comparación corresponde que la hagamos, contra los resultados de octubre del año anterior, donde quedó prácticamente definida la composición del nuevo gobierno.
Así enfocada, la Coalición mantiene el mismo porcentaje de votos, y el FA a gatas aumentó un puntito sobre su peor votación de los últimos 15 años.
Lo del balotaje es otra historia
También es historia bien diferente una elección nacional a una elección departamental y municipal. En el nuestro y en cualquier otro país del mundo.
Buscar simetrías y extraer conclusiones políticas es aventurarse en equívocos e inducir a error. Cualquier análisis que pretenda ser profundo y objetivo tiene que admitir que la verdad en política está en los matices.
Otra curiosidad de estos comicios, es el elevado número de votos nulos que superan el 9% (blanco- parcial, blanco-total, anulados). Comparado con la elección de octubre más que duplica el porcentaje. ¿Habrá en esta franja alguna intención política? ¿Es pura casualidad? Ojo que aún faltan los observados.
Pero porque hacer tediosas estas breves pinceladas agregando más cifras a las que ya desbordaron los medios y las redes.
“Mi autoridad emana de vosotros”
Vayamos a otras de las peculiaridades de nuestra soberanía popular. Qué es eso. La autoridad que emana del pueblo no se discute. Mandato telúrico que nos viene de las raíces de nuestra historia. Aún antes de la independencia. Era el horcón central en que el General Artigas apoyó su autoridad emancipadora.
Era el criterio en que usaron los vecinos de la recién fundada ciudad de Asunción -capital inicial del Río de la Plata- para detener al Segundo Adelantado, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, y devolverlo engrillado a España en un bergantín bautizado Los Comuneros. A lo que el rey Carlos, lejos de hacer prevalecer su autoridad, luego de leer los cargos, acepta la voluntad de los vecinos y sanciona al funcionario por no haber tenido la prudente empatía que correspondía con estos primeros colonos, que en amigable relación con el pueblo originario siguieron engendrando vigoroso “mancebos de la tierra”…
Principio que siguió primando en esta tierra oriental donde poco ha importado el origen filosófico-político de los gobernantes departamentales. Y en un país que predomina la literatura de la brevedad de la función pública lo único que vale, es que el jefe comunal mantenga en su carácter de buen vecino, una buena relación con la gente. Poco interesó que los que más veces fueron reelectos, algunos de ellos hubiera sido -en sus orígenes- designados intendentes interventores, por el llamado proceso Cívico-Militar. La voluntad de los vecinos que volvió a elegir, sigue siendo la suprema lex como en la Patria Vieja.
Y hubo un caso muy sonado en los resultados electorales del domingo, fue la decisión soberana de una altísima mayoría de ciudadanos de Colonia, que desafiando la embestida del Fiscal de Corte, unge al cuestionado dirigente en Intendente, por un nuevo cuarto período. Casi como en la obra de Lope de Vega: “Fuente Ovejuna, Señor”.
Como destaca Alfonso Osorio, “Andar se aprende andando. A ser libre, a disfrutar de la libertad, y a amarla, a ejercerla y a defenderla se aprende ejerciéndola y practicándola. Y, al igual que siendo niño se aprende a ser hombre, siendo ciudadano de un municipio se aprende a serlo de una nación”.
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