Con motivo de la celebración del sesquicentenario del nacimiento de José Enrique Rodó, tuvo lugar un debate entre el expresidente de la República, Dr. Julio María Sanguinetti y el cardenal Daniel Sturla, titulado “Liberalismo y jacobinismo”.
El Dr. Sanguinetti arrancó reconociendo el origen cristiano de la sociedad que conformó el Estado oriental. Luego, mencionó el avance del secularismo a nivel mundial, y afirmó que en Uruguay “esos debates empiezan temprano, en 1861 con Berro, cuando un cura se niega a sepultar a un masón y seculariza o toma el Estado los cementerios. Se genera allí un debate fuerte que se traslada luego a otros ámbitos, y que termina nada menos que con el destierro del arzobispo. Es el único episodio de ese tipo en nuestra historia”.
Más adelante sostuvo que el “debate fundamental” fue el “que en 1876-77 plantea José Pedro Varela, con la escuela laica, gratuita y obligatoria” la cual, para él, es un elemento clave de nuestra identidad.
En honor a la verdad histórica, es necesario hacer algunas precisiones sobre estas citas.
En primer lugar, el motivo del destierro de Mons. Jacinto Vera no fue que un cura se haya negado a enterrar a un masón. En 1861 hubo dos conflictos eclesiásticos. El primero ocurrió en abril y fue, efectivamente, el relacionado con la negativa del párroco de San José de enterrar a Enrique Jacobsen –masón– en el cementerio local. Ese conflicto se resolvió relativamente rápido y con pleno acuerdo entre el Mons. Jacinto Vera y el presidente Bernardo P. Berro. La solución fue sencilla: los cementerios se secularizaron, a cambio de que a la Iglesia se le permitiera bendecir las tumbas de los difuntos católicos.
Mucho más grave fue el segundo conflicto, ocurrido en setiembre 1861, y para nada relacionado con el primero. En esa ocasión, Mons. Jacinto Vera –que no era arzobispo, sino vicario apostólico– se vio obligado a remover de su cargo como cura rector interino al padre Juan José Brid –al parecer, por conductas impropias de un sacerdote–. El padre Brid era, además, senador de la República y masón.
¿Cuál fue el origen del segundo conflicto? Que por el Derecho de Patronato –una institución de origen tradicional heredada por nuestra novel República–, para proveer cargos eclesiásticos, o para removerlos, era necesario que la autoridad religiosa contara con el visto bueno del gobierno. Mons. Vera, tras solicitar sin éxito y en muchas ocasiones el apoyo de Berro para remover de su cargo al padre Brid, decidió removerlo por su cuenta.
¿Entonces… Mons. Vera violó la ley? No. El Fiscal de la Nación, Dr. Eustaquio Tomé, le dio la razón a Vera, que siempre actuó conforme al Derecho. Ocurre que el placet del gobierno para que el vicario proveyera o removiera cargos eclesiásticos, sólo era necesario para los cargos permanentes. Pero todos los cargos eclesiásticos que existían en la República, eran interinos. Y por tanto, el vicario podía nombrarlos y removerlos sin pedir permiso a un gobierno que, aunque presidido por un católico, tenía en su gabinete a numerosos masones.
Por otra parte, el Derecho de Patronato –otorgado por el papa Julio III a la Corona española tras el descubrimiento de América–, ni siquiera era formalmente reconocido por la Santa Sede en Uruguay, puesto que no existía concordato firmado. Se consultaba al gobierno y se toleraba que se ejerciera -de facto- el Derecho de Patronato, solo “para conservar la armonía con los gobiernos con los que no se había celebrado concordato” (la cita es de Mons. Marino Marini, delegado apostólico de la Santa Sede que medió en este conflicto).
Tras ser removido de su cargo, el padre Brid se negó a entregar las llaves de la Catedral. Pasó un año sin entregarlas hasta que, en setiembre de 1862, Mons. Vera dio un paso más: le prohibió a Brid ejercer su ministerio sacerdotal. Por tanto, el verdadero motivo del destierro de Mons. Vera fue que este no estaba dispuesto a permitir que el gobierno se inmiscuyera indebidamente en los asuntos de la Iglesia.
La segunda afirmación del Dr. Sanguinetti sobre la reforma educativa puede llevar a pensar que la enseñanza es laica en Uruguay desde los tiempos de Varela. Pero no es así. Gracias a una negociación entre Timoteo Aparicio –católico– y el presidente Lorenzo Latorre, la educación en Uruguay no fue laica sino hasta 1909.
Quizá sean detalles menores, pero entendemos que es bueno dejar las cosas claras cuando se realizan afirmaciones que pueden inducir a error.
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