A esos celosos custodios que velan para que cada sector ocupe sumisamente el lugar que alguna autoridad superior les ha asignado en el espectro político, les irrita sobremanera cualquier movida que pueda significar una modificación en el statu quo. Lo mismo da que la situación se de en una potencia mundial o en un pequeño país como el nuestro. En todos los casos se trata de una rebeldía inaceptable, que osa cuestionar a poderes, que por más que operen desde posiciones casi no visibles -para los legos–, no dejan de constituir el poder real. Están tan habituados a manipular -a modo de habilidosos titiriteros–, tanto a los medios que forman la opinión, como a muchas de las principales figuras que lideran las distintas fracciones del quehacer ciudadano, que cualquier atisbo de desobediencia enciende rápidamente sus luces amarillas. Como a canaritos domesticados, a cada uno se le ha asignado una jaulita… ¡y ay si se les vuela alguno sin su consentimiento! Casi todo lo demás es puro verso. “¡Arriba doña Rosa don Pánfilo ligero…!”
En su columna de El Observador del pasado sábado, Adolfo Garcé analiza el impacto político que produjo el proyecto de ley sobre regulación del uso de la tierra elaborado por Cabildo Abierto, y que alarma a las multinacionales forestales. Luego de un año de haber obtenido la media sanción en la Cámara de Diputados, el proyecto fue aprobado la semana pasada por el Senado con los votos del Frente Amplio. Según el politólogo, esto “tiene lógica: tomando nota de algunas experiencias del pasado, (¿la de Julio María Sanguinetti cuando, hace treinta años, coincidió con el Frente Amplio en la campaña por la derogación de cinco artículos de la ley de Empresas Públicas y logró ser electo presidente dos años después?)…”. Con esto Garcé intenta hacer un análisis original sobre un tema que ha levantado tanta polvareda arbitraria, por parte de comentaristas políticos notoriamente mandatados.
“Cabildo cree en lo que dice y hace. No es una pose. No es una impostura. En materia de política económica el nuevo partido tiene puntos genuinos de contacto con el Frente Amplio. En un excelente documento publicado el año pasado, Nicolás Albertoni y Sebastián Vallejo concluyeron: En la posición estimada sobre temas relacionados a la economía (por ejemplo, inflación, déficit, impuestos) (…) se observa un movimiento importante de CA hacia la posición estimada en la que se encuentra el FA. Lo que este movimiento puede estar capturando es una posición de centro izquierda basada en un enfoque más social de la economía que acerca a CA a la posición del FA”, concluye Garcé.
Lo que más parecería molestar a esos poderes invisibles son las fuerzas políticas que guardan lealtad con sus seguidores y hacen un sincero esfuerzo por cumplir con sus promesas electorales, como demostró Cabildo Abierto, cuando apenas se inició el nuevo gobierno, presentó a sus socios un proyecto de ley forestal para ser discutido y moldeado en clave de coalición.
Desafortunadamente, en lugar de escoger el camino de la discusión franca y democrática en lo que debería haber sido un lógico ámbito de coalición, la presión de los intereses económicos terminó colocando en modo artificial la discusión en el ámbito de los medios, como esos matrimonios divorciados que hablan a través de mensajes a sus hijos. Nada bueno puede salir de esta forma de hacer política, y que de alguna manera constituye una afrenta a una ciudadanía que depositó su confianza en la coalición de gobierno.
Los únicos que ganan en todo este ejercicio son aquellos que lograron hacer en Uruguay algo que ningún país verdaderamente soberano hubiera permitido. Es por ello quizá que los responsables de este desaguisado invoquen en forma cada vez más histérica e insistente a la república, a las libertades y a las políticas de Estado.
TE PUEDE INTERESAR