En medio del debate sobre la reforma de las jubilaciones en Uruguay, es pertinente explorar cómo la filosofía estoica de Epicteto podría iluminar la evaluación de esta propuesta. A través de sus enseñanzas podemos encontrar principios que arrojan luz sobre esta cuestión crucial.
Epicteto, nacido en Frigia (actual Turquía) alrededor del año 50 d.C., fue un filósofo estoico conocido por sus enseñanzas sobre la ética y la vida virtuosa. Aunque nació como esclavo, supo valorar lo que la libertad significa en su más amplio sentido, su búsqueda de sabiduría lo llevó a convertirse en un influyente maestro filosófico en Roma. Su filosofía se centraba en la importancia de vivir de acuerdo con la razón y la virtud, incluso en medio de las circunstancias más desafiantes.
Desde una perspectiva estoica, la idea de mantener la edad de retiro a los 65 años y permitir que las personas continúen trabajando encuentra fundamentos sólidos. Epicteto enfatizaba la importancia de buscar el equilibrio en todas las áreas de la vida. Mantener esta edad de retiro podría fomentar la virtud de la autodisciplina, alentando a las personas a ser responsables financieramente y a acumular ahorros para asegurarse un retiro cómodo.
El estoicismo también abogaba por la idea de contribuir continuamente al bien común. En este contexto, permitir que las personas sigan siendo productivas y aportando a la sociedad después de los 65 años se alinea con el ideal estoico de servir a la comunidad en la medida de lo posible. La jubilación no necesariamente implica un retiro total de la vida laboral, sino una transición hacia actividades significativas que beneficien a la sociedad.
Sin embargo, es esencial considerar por qué Epicteto no estaría conforme con la derogación de la reforma previsional propuesta por el Pit-Cnt. Desde una perspectiva estoica, y humana, daría la impresión que en un país de hombres libres estos quisieran esclavizarse económica y socialmente recorriendo el camino inverso del filósofo, ya que la reforma ideal debe ser transparente y basarse en la honestidad. Tal como la actual.
Si se promete a las personas que podrán jubilarse con menos años de trabajo y a una edad más temprana sin aumentar sus aportes, esto constituiría un engaño, lo cual va en contra de los principios estoicos de honestidad intelectual.
Además, la intención de anular el sistema de ahorro previsional particular, que pertenece a los ahorristas y no al Estado ni a ningún partido político, plantea preocupaciones éticas. Esto podría considerarse una expropiación de los dineros privados de quienes se inclinaron por esta opción, lo que va en contra de la ética estoica de respetar la propiedad y los acuerdos voluntarios.
Desde una perspectiva estoica, mantener la edad de retiro a los 65 años y permitir que las personas sigan trabajando y aportando puede ser visto como una decisión sensata que promueve la virtud, el equilibrio y evita consecuencias económicas y éticas perjudiciales para el país. Sin embargo, es crucial abordar cualquier reforma con transparencia y respeto por los derechos de los ciudadanos, asegurando que las promesas hechas sean realistas y éticas en su implementación, siguiendo el ejemplo de integridad y razón que nos dejó el filósofo frigio.
Ricardo Cozzano Ferreira
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