El 14 de abril de 1713 se estrenó en Londres la obra, “Cato, a tragedy”, escrita por Joseph Addison. El éxito de la pieza teatral fue unánime y coincidieron en el aplauso tanto whigs como tories. Sin embargo, hay que decir que, en el escenario del Royal Theatre de Drury Lane, aquellos espectadores londinenses del siglo XVIII vieron a un Catón despojado de sus atributos más violentos y extremistas, para encontrarse con un Catón moderado y menos contradictorio que el verídico.
En definitiva, hallaron a un Catón que representaba al mismo tiempo a un pulcro moralista y a un defensor de la república. De ese modo Addison lograba reconfigurar un héroe cuya inmolación resultaba atractiva y admirable para los hijos de la revolución inglesa, algo que iba en consonancia con los pareceres de un whig como él.
Lo cierto fue que el Catón verídico, nacido en el año 95 a.C., unos años antes de la dictadura de Sila, en plena época de guerra o preguerra civil entre populares y optimates, supo sacar ventaja de las circunstancias que convulsionaron los últimos años de la república romana. Y es sabido que como senador tenía la costumbre de resguardar sus inconsistencias políticas en un manto de severa moralidad, a pesar de su cariz reconocidamente violento. Ya que la participación que tuvo Catón contra la conjuración de Catilina, había desnudado no solo su cruel carácter, sino también su intención de aprovechar aquel acontecimiento para sacar réditos políticos.
Algo parecido sucedió en las últimas semanas en torno a la votación de la Reforma de Seguridad Social, en la que algunos actores políticos, cuyo peso es bastante discutible, sacaron a relucir el viejo manto de Catón, aludiendo a la moralidad republicana para criticar el accionar de Cabildo en todo este proceso legislativo
Sin embargo, el único fin perceptible que parece haber tenido este juego político, podría estar relacionado a una pérdida de identidad y de peso de algunos sectores dentro de la Coalición de gobierno. Pues desde hace ya varias décadas la fusión entre partido Nacional y el partido Colorado no solo parece ser cada vez más palpable y completa, al punto de que su forma de operar tiene ya los mismos rasgos y perfiles, sino que también amenaza con devorar y fusionarse también con otros partidos cuyo caudal electoral viene en empinado descenso.
No obstante, y pesar de las críticas, Cabildo Abierto ha demostrado que puede aportar mucho a este gobierno y a la república, no solo a través de su caudal electoral, sino también por medio de sus propuestas y proyectos. Por ello, nos parece oportuna la columna publicada por Francisco Faig en el diario El País del 23 de abril, titulada Es con Cabildo, en la que expresa lo siguiente: “El problema es que no hay más verdad que la realidad: si la CR quiere ganar en 2024, gana toda junta es decir incluyendo a CA. Por mucho que moleste al affectio societatis blanco-colorado su forma de negociar, y por mucho que se discrepe con algunas de sus ideas, la victoria es con CA”.
Por ello es básico no dejarse engañar por los supuestos Catones que dicen querer inmolarse por la patria y la república, pero cuyo único fin es tener apenas un poco de visibilidad bajo los focos de la prensa. Porque es claro que una coalición que gobierna no puede dividirse por absurdas nimiedades, ni poner en duda la intrincada acción parlamentaria, en cuyo reflejo son visibles los distintos pareceres y anhelos de nuestra ciudadanía. Sino que al contrario debe fortalecerse a si misma en su propio quehacer político.
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