El 25 y el 26 de agosto de 1954 el pueblo brasileño masivamente rendía un postrer homenaje a su caudillo Getulio Vargas, que durante cuatro períodos ejerció la presidencia.
Fue enterrado en su pago natal de San Borja, una de las “Siete Misiones Orientales” que llegó a reconquistar Frutos Rivera.
Ante el ultimátum de un sector de las fuerzas armadas, el líder brasileño optó por no salir con vida del Palacio Catete, sede del gobierno de la República Federativa de Brasil, en Rio de Janeiro.
“So morto sairei do CATETE!” titulaba el diario EXTRA Última Hora. Eso fue lo que en realidad terminó ocurriendo. Pero no se ajusta estrictamente a la verdad histórica. El caudillo gaúcho era un hombre taciturno y de pocas palabras, con muchos puntos en común con el legendario conductor de hombres rioplatence Hipólito Irigoyen. A todos los interlocutores de su entorno después de escucharlos en silencio, les respondía “você tem razão”. Era incapaz de anunciar una desición trascendental y menos aún poner en riesgo a sus jóvenes seguidores…
Hace ya unos cuantos años, hemos escuchado atentamente la versión del historiador y sociólogo brasileño Helio Jaguaribe, sobre el trágico desenlace del estadista rio-grandense. “Yo pertenecía al grupo de jóvenes más allegado a Getulio”, nos contaba en la ciudad de Rosario esta eminencia del pensamiento latinoamericano.
“Todos estábamos muy preocupados con el clima enrarecido que se había creado a partir de la campaña sistemática de ataques que lanzaba Carlos Lacerda en forma excesiva contra nuestro presidente.” Pensar que este hombre que de pronto se convirtió en el más severo opositor al segundo gobierno de Vargas como diputado y vocero de la derechista UDN (Union Democrática Nacional), había sido en su juventud un activo militante del Partido Comunista Brasileño. “Tanta era la exasperación que provocaban sus calumnias y acusaciones infundadas, que un día sufrió un atentado del que salió ileso, pero resultó si herido gravemente su acompañante, el aviador militar Rubens Florentino Vaz. Esto provocó que la oposición de cierto sector de las Fuerzas Armadas aumentase fuertemente, al punto de exigirle la renuncia. Nosotros nos constituimos en forma permanente en aquella Casa de Gobierno -siempre abierta a todos sus seguidores- como celosos custodios de la legalidad…”
“Al vernos así tan precupados, Getulio nos llama y nos dice con voz firme y calma: Váyanse a sus casas que ya está todo resuelto. Negocié para distender la cosa con un pedido de licencia por tres meses y después me reintegro en pleno a mi tarea de gobierno…. Nos fuimos obedientemente sin sospechar la decisión que aquel hombre, que había dedicado su vida a crear en Brasil una conciencia nacional y popular…”.
Al día siguiente, 24 de agosto luego de redactar su testamento se dispara un tiro en el corazón. “Luché contra las privaciones de Brasil. Luché con el pecho abierto. El odio, las infamias, la calumnia no abatirán mi ánimo. Les daré mi vida. Ahora les ofrezco mi muerte…”
El escritor argentino Marcelo Gullo resume el desenlace del fundador del Estado Novo así: “Asediado por la conspiración que la oligarquía brasileña y el imperialismo han montado contra él, el más importante conductor de la historia del Brasil, el único hombre político realmente amado por los trabajadores del Brasil, el padre de los pobres, el gran Getulio Vargas se suicida y el 25 de agosto el pueblo profundo de Brasil acompaña su cuerpo y llora su muerte”
Testamento al pueblo de Brasil
Más de una vez las fuerzas y los intereses contra el pueblo se coordinaron y se desencadenaron sobre mí.
No me acusan, me insultan; no me combaten, difaman de mí; y no me dan el derecho a defenderme. Necesitan apagar mi voz e impedir mi acción, para que no continúe defendiendo, como siempre defendí, al pueblo y principalmente a los humildes. Sigo lo que el destino me ha impuesto. Después de décadas de dominio y privación de los grupos económicos y financieros internacionales, me hicieron jefe de una revolución que gané. Comencé el trabajo de liberación e instauré el régimen de libertad social.
Tuve que renunciar. Volví al gobierno en los brazos del pueblo.
La campaña subterránea de los grupos internacionales se alió con grupos nacionales revolucionarios contra el régimen de garantía del trabajo. La ley de trabajos extraordinarios fue interrumpida en el Congreso. Contra la Justicia de la revisión del salario mínimo se desencadenaron los odios. Quise crear la libertad nacional en la potencialización de nuestras riquezas a través de Petrobrás, mal comienza esta a funcionar cuando la ola de agitación crece. Eletrobrás fue obstaculizada hasta el desespero. No quieren que el pueblo sea independiente.
Asumí el gobierno dentro del espiral inflacionario que destruía los valores del trabajo. Las ganancias de las empresas extranjeras alcanzaban hasta el 500% al año. En las declaraciones de valores de lo que importábamos existían fraudes que constataban más de 100 millones de dólares al año. Vino la crisis del café, se valorizó nuestro principal producto. Intentamos defender su precio y la respuesta fue una violenta represión sobre nuestra economía al punto de vernos obligados a ceder.
Vengo luchando mes a mes, día a día, hora a hora, resistiendo la represión constante, incesante, soportando todo en silencio, olvidando y renunciando a todo dentro de mí mismo, para defender al pueblo que ahora se queda desamparado. Nada más les puedo dar a no ser mi sangre. Si las aves de rapiña quieren la sangre de alguien, quieren continuar chupando al pueblo brasileño, yo ofrezco en holocausto mí vida. Escojo este medio para estar siempre con ustedes. Cuando los humillaren, sentirán mi alma sufriendo a su lado. Cuando el hambre fuera a golpear sus puertas, sentirán en sus pechos la energía de lucha para ustedes y sus hijos. Cuando los desprecien, sentirán en mi pensamiento la fuerza para la reacción.
Mi sacrificio los mantendrá unidos y mi nombre será su bandera de lucha. Cada gota de mi sangre será una llama inmortal en su conciencia y mantendrá la vibración sangrada para resistir. Al odio respondo con perdón. Y a los que piensan que me derrotan respondo con mi victoria. Era un esclavo del pueblo y hoy me libro para la vida eterna. Pero este pueblo, de quien fue esclavo, no será más esclavo de nadie. Mi sacrificio quedará para siempre en sus almas y mi sangre tendrá el precio de su rescate.
Luché contra la privaciones en el Brasil. Luché con el pecho abierto. El odio, las infamias, la calumnia no abatirán mi ánimo. Les daré mi vida. Ahora les ofrezco mi muerte. Nada de temor. Serenamente doy el primer paso al camino de la eternidad y salgo de la vida para entrar en la historia.
Getúlio Vargas, 24 de agosto de 1954
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