Quien esto escribe se encuentra muy aburrido de que lo que podríamos llamar la “derecha” –entendiendo pragmáticamente por tal lo que no es “izquierda”– esté siempre o casi siempre detrás de los hechos en vez de prevenirlos o combatirlos antes de que se produzcan. Un claro ejemplo de ello es la situación en Brasil. No queda claro, por lo menos para el suscrito, si existió alguna manipulación de los resultados electorales pero de haber existido y máxime si fueron tan grandes como algunos sectores de opinión del país norteño afirman, entonces debió accionarse ANTES y no DESPUÉS del 1 de enero. ¿Cómo? Muy simple, no entregando el gobierno, sí, como así suena, hasta tanto no se clarificara toda la situación. No se estaba jugando al “fair play” y por tanto, si bien las formas son importantes –como hace las delicias de todo liberalote que se precie– los contenidos no son menos. Hay que tener presente que se está en presencia de una guerra mundial, que no es más entre EE.UU. y la ex URSS ni tampoco entre derechas e izquierdas, sino entre globalistas y soberanistas, y que claramente conviene a los intereses del mundo no anglosajón y afines que el primero, financiero y apátrida, no siga avanzando. Consecuentemente, llorar sobre la leche derramada, actuar “post facto” es completamente inútil. Hay que prevenir y combatir antes de la tormenta globalista, luego ya es tarde. Y que no se venga con la “boutade” de afirmar que lo sucedido en Brasilia hace más o menos unos quince días fue un intento por revertir lo que no se hizo antes. Asaltar oficinas federales un día domingo, cuando están vacías, sin apoyo en otras localidades y por una turba desorganizada resulta patético que se llame “intento de golpe de Estado”, como todos los “políticamente correctos” de nuestro país, de la región y del mundo afirmaron, con palabras y rostros compungidos, cantándole loas a la democracia y al voto del pueblo, pueblo que cada vez es más ignorado sustituyéndosele por los intereses de las grandes corporaciones que son las que rigen nuestro mundo, al menos, mientras las dejemos.
E. M. Vidal
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