Me llamo J. D. Vance, y creo que debería empezar con una confesión: la existencia del libro que tiene en sus manos me parece un tanto absurda. En la portada pone que se trata de unas memorias, pero tengo treinta y un años y seré el primero en admitir que no he conseguido nada importante en mi vida, y desde luego nada que justifique que un completo desconocido pague dinero por leerlo. Lo mejor que he hecho, al menos sobre el papel, es licenciarme en Derecho en Yale, algo que J. D. Vance, con trece años, habría considerado ridículo. Pero unas doscientas personas hacen lo mismo cada año, y créeme, no quieres leer sobre la mayoría de sus vidas. No soy senador, ni gobernador, ni exsecretario del gabinete. No he creado una empresa multimillonaria ni una organización sin ánimo de lucro que cambie el mundo. Tengo un buen trabajo, un matrimonio feliz, una casa cómoda y dos perros alegres. Así que no he escrito este libro porque haya logrado algo extraordinario. Escribí este libro porque he conseguido algo bastante ordinario, que no le ocurre a la mayoría de los niños que crecen como yo.
Crecí en la pobreza, en el cinturón del óxido, en una ciudad siderúrgica de Ohio que lleva perdiendo puestos de trabajo y esperanza desde que tengo uso de razón. Tengo, por decirlo suavemente, una relación compleja con mis padres, uno de los cuales ha luchado contra la adicción durante casi toda mi vida. Mis abuelos, ninguno de los cuales terminó el bachillerato, me criaron, y pocos miembros de mi familia asistieron a la universidad. Las estadísticas dicen que los niños como yo se enfrentan a un futuro sombrío: si tienen suerte, conseguirán evitar la asistencia social; y si tienen mala suerte, morirán de una sobredosis de heroína, como les ocurrió a docenas de personas en mi pequeña ciudad natal el año pasado. Yo era uno de esos chicos con un futuro sombrío. Estuve a punto de fracasar en el instituto. Estuve a punto de ceder a la profunda ira y al resentimiento que albergaban todos los que me rodeaban. Hoy la gente me mira, mi trabajo y mis credenciales de la Ivy League, y asume que soy una especie de genio, que sólo una persona verdaderamente extraordinaria podría haber llegado a donde estoy hoy. Con el debido respeto a esas personas, creo que esa teoría es una sarta de mentiras. Sea cual sea mi talento, estuve a punto de desperdiciarlo hasta que un puñado de personas cariñosas me rescató.
Esa es la verdadera historia de mi vida, y por eso escribí este libro. Quiero que la gente sepa lo que se siente cuando uno está a punto de darse por vencido y por qué puede hacerlo. Quiero que la gente entienda lo que ocurre en la vida de los pobres y el impacto psicológico que la pobreza espiritual y material tiene en sus hijos. Quiero que la gente entienda el sueño americano tal y como mi familia y yo lo conocimos. Quiero que la gente entienda cómo se siente realmente la movilidad ascendente. Y quiero que la gente entienda algo que aprendí hace muy poco: que para los que tenemos la suerte de vivir el Sueño Americano, los demonios de la vida que dejamos atrás siguen persiguiéndonos.
James David Vance, más conocido como J. D. Vance, es un político empresario y escritor estadounidense que se desempeña como senador de los Estados Unidos por Ohio desde 2023. Actualmente es el vicepresidente electo de los Estados Unidos tras las elecciones presidenciales de 2024. En 2016 publicó el libro mencionado ut supra, que fue un éxito de ventas y puso en evidencia los problemas sociales y socioeconómicos del llamado cinturón de óxido de Estados Unidos.
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